Nunca el mundo ha estado tan lleno de incertidumbres, pero es preciso tomar medidas, sabiendo que son inestables y que existe un difícil equilibrio entre un adecuado control sanitario y determinados niveles de actividad.
Para gestionar el impacto de la pandemia, se toman medidas como los confinamientos nocturnos y perimetrales o las restricciones de movilidad y de actividad. En consecuencia, las calles y los parques se van llenando de gente y se modifican los usos del espacio urbano y las formas de convivir y trabajar.
Esta crisis ha puesto al descubierto el valor de la vida. Ha redescubierto el valor de la proximidad y el valor que tienen los cuidados y las tareas sencillas que son imprescindibles. Porque ha sido esta economía de la vida, la de la subsistencia, la alimentación y los cuidados, la que no ha parado y la que ha fortalecido los elementos endógenos de nuestras economías.
Junto a ello, cabe destacar cómo se ha materializado la revolución digital con la presencia invasiva y cotidiana de esta tecnología que ha modificado nuestra manera de vivir y de trabajar. Y en este contexto hemos podido constatar que necesitamos menos economía especulativa y mucha más economía sostenible, que incorpore desarrollo tecnológico para generar riqueza con equidad, una economía que tenga en cuenta a las personas y que actúe con responsabilidad social.
Como consecuencia de las medidas adoptadas, se ha reducido la actividad en viajes, turismo, cultura, ocio o restauración, se han incrementado el desempleo, la investigación y la necesidad de disponer de un buen sistema sanitario público, y ha crecido de manera exponencial la digitalización en todos los ámbitos de la vida: el trabajo, la educación, la compra, la sanidad o la administración.
Sin duda, la situación actual requiere de respuestas concretas, que es preciso contemplar con la visión de futuro que nos permita afrontar la necesaria transformación de la actividad económica y el empleo. Hacer ciudades en las que sea posible vivir, trabajar, disfrutar y convivir, supone incorporar estrategias que faciliten la actividad económica y el empleo, y promover el desarrollo local de manera transversal.
Para incidir en la actividad económica los gobiernos locales disponen de diversos instrumentos, algunos muy significativos en el actual contexto, como son:
1.- Un ordenamiento del espacio urbano para adecuar el uso y la distribución del espacio público y favorecer los servicios y el comercio de proximidad
Los confinamientos producen un uso más intensivo y creativo del espacio público, aumentan las demandas y los conflictos de intereses por el uso del espacio y se modifica el paisaje urbano.
La COVID-19 ha puesto sobre el asfalto el “urbanismo táctico” porque es rápido, barato y versátil, y ha pintado de colores las calles, con la intención de retirar coches de la vía pública y hacer las ciudades más saludables. Una ordenación del uso del espacio público que, siendo provisional, permite, si es clara y consensuada, avanzar construyendo un urbanismo que facilite la movilidad sostenible y renueve actividades económicas como el comercio y la restauración.
Disponer de espacio público de calidad ayuda a fomentar la vida de barrio, favorece el paseo y contribuye a reactivar el comercio de proximidad. Así lo valoraba el presidente de una asociación de comerciantes de Barcelona: “pacificando las calles cuidamos la salud de la población y luchamos contra el cambio climático”.
Efectivamente, pacificar el tránsito, cerrar calles, peatonalizar, ampliar espacios para uso de establecimientos de restauración, favorecer desplazamientos peatonales o en bicicleta y asegurar un buen transporte público, son motores para reactivar el tejido comercial de proximidad y avanzar en la necesaria sostenibilidad.
El comercio y los servicios de proximidad son imprescindibles para la vitalidad urbana, si bien han de ser capaces de incorporar nuevas experiencias de compra, hacer posible la integración de la actividad digital y la presencial, y promover el reparto sostenible de la última milla.
2.- Una calificación urbanística que integre la actividad económica en la trama urbana
El planeamiento urbano, competencia municipal, es sin duda un instrumento clave para promover y renovar la actividad económica en la ciudad. La ciudad de usos mixtos requiere la convivencia del uso habitacional y de servicios y equipamientos con la actividad económica. Una actividad que permita la reindustrialización del siglo XXI, con una industria limpia y digitalizada que añada valor y que incorpore talento. Para afrontar el futuro tenemos que promover ahora la planeación que lo haga posible.
En CIDEU hemos venido aprendiendo con el proyecto 22@ de Barcelona, buen referente de cómo transformar un territorio industrial obsoleto situado en el centro urbano, en un distrito innovador con nueva actividad económica, más limpia y que incorpora mayor valor añadido y empleo de más calidad.
Algunos entornos proponen la ciudad de los 15 minutos, en la que se accede a servicios y trabajo en este tiempo. Una propuesta en la que podemos reinventar espacios productivos urbanos basados en edificios industriales de altura y en la co-industria, donde nuevas empresas centradas en la producción de escala pequeña y mediana con servicios asociados, compartirán espacios con tecnología y con vivienda y equipamientos.
3.- Diversificar y renovar la actividad económica promoviendo empresas limpias, sostenibles, digitales y socialmente responsables
Uno de los retos a los que sin duda se enfrentan las ciudades es el desarrollo tecnológico. Las maneras de producir y consumir se están transformado, como también lo hacen las maneras de trabajar y de aprender.
Las ciudades contribuyen al cambio necesario promoviendo facilitando y acompañando actividades económicas que incorporen las tecnologías disponibles, las energías sostenibles, los nuevos servicios a las personas y los modelos de empresa socialmente responsables. Existen instrumentos para ello como las ordenanzas municipales, las agencias de desarrollo local, la utilización de edificios públicos para albergar iniciativas emprendedoras, las plataformas compartidas o la cooperación público privada, así como la cooperación con otras administraciones.
Habrá que dedicar especial atención a las personas y facilitar su formación porque el trabajo que viene requiere una mayor inversión en competencias y en habilidades que nos permitan seguir aprendiendo.
En resumen, creo que promover y renovar actividad económica y el empleo en un marco de confianza y de acuerdos amplios, nos permite afrontar el reto de construir un desarrollo económico local que incorpore la triple sostenibilidad, la medioambiental, la social y la económica, porque ello asegura el futuro y hace viable el presente.