Ciudades, COVID-19

La gestión de la ciudad sostenible: eficiencia vs. inteligencia pre y post COVID-19

El 2020 llegó para cuestionar paradigmas, evaluar procesos y detener la inercia con la que diseñábamos planes a futuro. Un virus nos hizo mirar de cerca y valorar lo que antes pasaba desapercibido. Lo local cobra vigencia y el mundo se vuelve del tamaño de nuestra vivienda, mientras la globalización se impone y las fronteras se desdibujan ante eventos trasnacionales.

El mundo, convertido en una inmensa red de intercambio, nos muestra que la autonomía es relativa, evidencia que el impacto de las políticas, decisiones y eventos es universal, y acentúa las diferencias entre regiones, países y continentes, con consecuencias mortales para los más vulnerables.

Reaccionamos con enormes dosis de solidaridad y compartimos sus secuelas con visión integral, porque se impone la glocalidad, “pensar global y actuar local” para que el beneficio sea realmente colectivo.

La ciudad demostró su importancia en el panorama mundial y sus autoridades, el peso de sus actuaciones en el control local, por ello, urge activar y capacitar a todos los actores que hacen vida en el territorio: tomadores de decisión, líderes comunitarios, gobernantes, cámaras empresariales y educadores, porque el futuro está literalmente en “nuestras manos”.

En ese contexto, el escenario latinoamericano difiere notoriamente de África, la Unión Europea, Asia o Rusia, quienes tienen prioridades y requerimientos divergentes. Un ejemplo excepcional es el caso de Venezuela, sumergida en una crisis multifuncional, que demanda medidas extraordinarias, no sólo por efectos de la pandemia, sino por una deuda histórica política, económica y social que la separa del mundo y la tendencia universal del desarrollo sostenible.

El CIDEU nos recuerda que la planificación estratégica, entra en la agenda de la administración local como la alternativa a los modelos tradicionales de gestión pública, con el fin de anticipar respuestas a problemas complejos que se dan en escenarios de incertidumbre socioeconómica como los de hoy día.

Sincerar dónde estamos y para dónde vamos, es uno de nuestros grandes retos. Revisar y adecuar los modelos tradicionales de planificación y ordenamiento territorial, reconocer las disfunciones espaciales, sociales y ambientales que se han creado y examinar estándares para proyectar la Ciudad del Día Después.

Una oportunidad histórica para América Latina y el Caribe, donde emergen ciudades con infinidad de temas en común, que podemos analizar juntos para mayor eficacia. Vivimos en contextos políticamente complejos y técnicamente difíciles, que requieren de mayor colaboración multiactoral y sobre todo mayor transversalidad en los estudios y propuestas.

Lograr asentamientos urbanos más inclusivos, armoniosos y solidarios, implica considerar tres escalas “Territorio, ciudad y ciudadanía”, como variables inseparables de una docena de aspectos a debatir:

  1. Fortalecimiento del gobierno local frente a las organizaciones que lideran el comportamiento mundial.
  2. Formación de más y mejores gestores y estrategas urbanos.
  3. Diseño de esquemas funcionales que garanticen control de densidad, suficiencia de equipamientos y servicios,distribución de alimentos y suministros, así como movilidad y accesibilidad para todos.
  4. La ciudad, como célula básica de actuación y motor de desarrollo. Revisión de sus categorías, modelo de crecimiento, escalas y gobernanza.
  5. La vivienda, como estructura básica, más que un techo para dormir, sinónimo de resguardo y seguridad en tiempos de crisis.
  6. La excepcionalidad de los desarrollos informales, así como su priorización dentro del conjunto de actuaciones a futuro
  7. El derecho a contar con un entorno inteligente y el Internet como servicio público básico.
  8. El espacio público como estructurador de la ciudad, elemento de convivencia, promotor de equidad y movilidad sostenible.
  9. El emprendimiento, la economía colaborativa y la financiación de proyectos por alianzas publico-privadas.
  10. La sistematización de la información, gestión en tiempo real y participación activa de la población, con transparencia y eficiencia, es decir, recuperar la confianza en la data pública.
  11. Consolidar la gobernanza en términos de colaboración de esfuerzos, coordinación de voluntades, concertación de intereses y conciliación de oportunidades para avanzar en corresponsabilidad en la construcción de ciudad y ciudadanía (Co-City)
  12.  La eco-eficiencia y la construcción sostenible como premisa para el cambio.

Diferentes organizaciones dedicadas al tema urbano[1], desarrollan ideas y comparten impresiones técnico-políticas, con entes multilaterales[2] que dictan lineamientos y recomendaciones, pero son las estructuras locales las que implementan planes y proyectos, razón por la cual debemos avocarnos a fortalecer sus capacidades.

El futuro del pensamiento urbano, tiene la ciudad como objeto y la tecnología como herramienta. Plantea una nueva sociedad, donde el capital humano tiene más relevancia que el financiero y el acceso a información será más importante que la propiedad, manteniendo siempre la escala humana como objetivo primordial.

Para poder imaginar un mejor futuro, la planificación estratégica deberá procurar que el acceso a la tecnología sea un derecho ciudadano fundamental y que la sistematización de información fidedigna y transparente sea la herramienta para diligenciar demandas y satisfacer las necesidades del colectivo, manteniendo siempre la escala humana de la cotidianidad y las particularidades locales que hacen único cada proceso.


*1 CIDEU, UIM, UCCI, UCGL, Metrópolis, Global Task Force, INTA, entre otras.
*2 ONU Hábitat, BID, BM y CAF, etc.

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