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Mejoramiento integral de barrios y economías populares

Luego de la pandemia y frente al consenso sobre la importancia de los ámbitos locales y de proximidad en las ciudades, surgen varios escenarios de oportunidad que trazan un camino para la planificación estratégica urbana ligado a los barrios y las economías populares.

La pandemia y la proximidad

En ciudades como Bogotá, los resultados epidemiológicos estuvieron correlacionados con la segregación socioespacial de los barrios. Entre más segregación, mayor la probabilidad de contagio y letalidad del SARS-Cov-2 (ver Alfonso, 2022). El llamado de las autoridades locales a permanecer en cuarentenas prolongadas y evitar desplazamientos, se dio en un contexto de desigualdad que alertó sobre la urgencia de gestionar lo local.

Como respuesta a la crisis social y económica, los gobiernos a lo largo del mundo ajustaron sus reglas fiscales y aumentaron el gasto público; una medida necesaria. Del enfoque de gasto depende el resultado contracíclico, que busca recuperar la senda de valor agregado, priorizar sectores intensivos en empleo y lograr una mayor redistribución

Sobre el gasto público para la reactivación

En ese contexto, Bogotá ha privilegiado la inversión en grandes obras de infraestructura como apuesta de reactivación. La construcción de troncales de sistemas de transporte público (BRT y componentes férreos) concentra las principales decisiones presupuestales y de endeudamiento.

Sin embargo, en un contexto volátil y de incertidumbre internacional, apostar a sectores que tienen alta dependencia de la importación de materiales, insumos y maquinaria, genera un encarecimiento general de precios y presupuestos de obra poniendo en riesgo su ejecución.

En Colombia, según la estructura de costos de la construcción de infraestructura pesada, los materiales y la maquinaria pueden representar más del 50% del gasto total de una obra (DANE, 2021). Estos rubros están expuestos a mayor volatilidad por incertidumbre del comercio internacional y la devaluación del peso colombiano.

Entonces ¿Cuál es el enfoque que mejor contribuye a recuperar la economía y generar mayores efectos distributivos y de inclusión?

La respuesta es el mejoramiento integral de barrios y las economías populares.

Foto: Natalia Gómez. Ciudad Bolívar, Bogotá. Todo por hacer

A través de obras menores que cualifican la infraestructura de movilidad y de espacio público, al tiempo que mejoran la calidad de las viviendas y el tejido económico local, se pueden detonar mayores efectos distributivos, no solo por la mayor ocupación de mano de obra y la menor demanda de materiales y maquinaria de alta complejidad, sino porque al cualificar los ámbitos barriales y de proximidad, se potencian las relaciones de intercambio social y económico y se logra mayor vitalidad local.

En mi investigación sobre este tema, he encontrado que la intervención de mejoramiento integral de barrios detona procesos económicos que pueden ser potenciados, siempre y cuando la acción urbanística incluya el tejido económico y opere en la consolidación, transformación o creación de lugares para el intercambio y la vida comunal.

Es decir, la intervención de mejoramiento integral debe promover el aumento de los activos disponibles para el soporte de actividades económicas. A través de una propuesta de diseño urbano que combine la intensidad de los flujos con la posibilidad de permanencias para el intercambio, se conforman tejidos complementarios de la estructura económica, que no tienen la masa crítica suficiente para considerarse una aglomeración, pero que garantizan proximidad en el acceso a bienes y servicios básicos.

La actuación urbanística que opera sobre el tejido económico barrial y local

Incorporar en las propuestas de diseño urbano el tejido económico y trascender de la mejora de soportes urbanísticos (calles, parques) a la cualificación de la estructura económica, promueve la vitalidad y aumenta las oportunidades para la generación de empleo, ingresos y nuevas rentas. Así no solo se garantiza la inclusión social a través de la mejora de soportes, servicios públicos y equipamientos sociales, sino que se transita hacia la inclusión productiva que es condición para la superación de la pobreza monetaria en los hogares de los barrios populares.

Un programa de transformación y mejoramiento barrial podría incluir dentro de sus metas la apertura de locales comerciales, a través de la adecuación de la vivienda bajo un concepto de vivienda productiva. También la construcción de paseos comerciales que articulen espacios públicos y corredores peatonales. La generación de hitos de encuentro y espacios para el consumo y el intercambio, como esquinas vitales o centros culturales.

Cualificar el tejido económico e intensificar el intercambio comercial, social y cultural a escala barrial, genera paulatinamente un motor de movilidad económica y cohesión social.

Dentro de las referencias ineludibles está Jorge Jáuregui y su estudio Atelier, quien ha insistido en la relevancia de los centros de generación de empleo y renta en ciudades como Guadalajara o Río de Janeiro, dentro de los programas urbanos que desarrolla.

Finalmente, superar la ortodoxia de la aglomeración económica y reconocer en las economías barriales y locales un tejido económico incipiente pero esencial, permite identificar ámbitos de intervención en el marco de los programas de mejoramiento integral, que tienen un alto potencial para convertirse en el epicentro de la reactivación económica y la redistribución de las oportunidades en las ciudades luego del retroceso generado por la pandemia.

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