Ciudades CIDEU, Género

Priorizar los cuidados en las políticas urbanas para sostener la vida

En los últimos años, y gracias a las reivindicaciones del movimiento feminista, los cuidados se han convertido en un tema de la agenda política pública. Sin embargo, esta visibilidad no siempre se ha complementado con acciones concretas para mejorar la materialidad de los cuidados en los espacios urbanos.

Los entornos urbanos son el escenario en el que se desarrolla nuestra vida cotidiana, en una estructura urbana que se define por los valores de una sociedad capitalista y patriarcal, dos sistemas que se retroalimentan. El sistema patriarcal naturaliza e invisibiliza las tareas reproductivas, por lo que también son olvidadas a la hora de planificar el territorio y diseñar políticas públicas.

Barueri, Brasil – Timinho Livelo, Livelo, Alphaville. Foto: Marcelo Pereira / FOTOKA

Los entornos urbanos se han configurado a partir del dualismo público-privado que segrega el espacio según estos dos ámbitos y le asigna funciones específicas (productivo-repro­ductivo), a las que también se le atribuyen categorías genéricas (masculino-femenino). Nuestras ciudades continúan construyéndose a partir de la división sexual del trabajo, que sitúa los cuidados en el ámbito privado, responsabilizando casi exclusivamente a las mujeres de su desarrollo y priorizando las actividades productivas en el diseño del espacio urbano. La desvalorización social de los cuidados se traduce en políticas públicas que no incluyen las necesidades derivadas de la sostenibilidad de la vida cuando se planifican los espacios urbanos, se organizan los horarios o se diseñan programas culturales, sociales, deportivos o de ocio.

Dolors Comas d’Argemir[1] (1993) define los cuidados como todas aquellas actividades que se realizan para el bienestar físico, psíquico y emocional de las personas.

Se pueden clasificar los cuidados en directos e indirectos. Los directos se refieren a las actividades realizadas directamente con las personas a quienes se dirigen: dar de comer a un bebé, atender una persona enferma, charlar con una adolescente, etc. Los cuidados indirectos aluden a las actividades que tradicionalmente se denominaba como trabajo doméstico: limpiar la casa, la ropa, cocinar, hacer la compra y también todas las tareas de gestión y organización de los trabajos del hogar (Carrasco, Borderías y Turns, 2011[2]).

La dimensión social de los cuidados nos permite identificar, quiénes son las personas que proveen de cuidados, como a quienes son receptoras. En relación a quién los recibe, diferentes autoras feministas (Carrasco, Borderías y Torns[3]; Pérez Orozco y López Gil[4]; Herrero[5]) reivindican la dependencia como característica innata de los seres humanos, en contraposición a la quimera capitalista de la autosuficiencia y el individualismo, por lo tanto, todas las personas somos receptoras de cuidados. Sin embargo, la intensidad de cuidados que necesita cada persona son diferentes y éstos pueden incrementarse en ciertos momentos de la vida, que pueden tener que ver con el ciclo vital, pero también con estados de salud mental o sobrecarga de actividad. Reconocer la heterogeneidad de los cuidados permite visibilizar la diversidad de estructuras, herramientas y estrategias necesarias para proveerlos.

Por otro lado, la distribución de los trabajos de cuidados sigue recayendo principalmente en las mujeres, tanto si éstos son remunerados, como si se dan en el marco de la responsabilidad familiar y los roles de género. En el Estado español, las mujeres dedican el doble de horas semanas a los trabajos de cuidados según el INE; en América Latina y el Caribe las mujeres dedican un 19,6% de su tiempo al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado mientras que los hombres apenas un 7,3%, de acuerdo con los cálculos de la CEPAL.

Es importante analizar la feminización de los cuidados, ya que la falta de condiciones materiales adecuadas para cuidar, convierte al trabajo de cuidados es un vector que genera desigualdad, y que impacta en la economía, la pobreza de tiempo y la salud física y mental de las personas cuidadoras. Esta situación es transversal a las diferentes posiciones en relación con los cuidados: trabajadoras en el sector económico de los cuidados; cuidadoras de personas dependientes; o personas con diversidad funcional que se autocuidan o cuidan a otras personas.

Si pensamos en los cuidados desde su dimensión espacial, es decir, sobre cómo el espacio urbano acompaña a la heterogeneidad de actividades de cuidados que se desarrollan cotidianamente, es evidente que existen grandes carencias. Nuestros espacios urbanos no están pensados para proporcionar un apoyo físico para la vulnerabilidad, que es innata en la vida. Solo hay que prestar atención al espacio que ocupan los coches en las calles, a diferencia del espacio delimitado para las personas viandantes; el número de bancos en proporción a los asientos de terrazas en los espacios públicos; la falta de espacios para la atención a los cuidados como guarderías o centros para personas mayores; o las carencias dotacionales de baños públicos, fuentes o vegetación, entre otros muchos ejemplos.

En 2015, Col·lectiu Punt 6, apelando a la necesidad de un cambio de estructural de paradigma urbano, definimos el concepto de ciudad cuidadora, como una ciudad que te cuida, te deja cuidarte, te permite cuidar a otras personas y cuida del entorno y que pone a las personas en el centro de las decisiones urbanas teniendo en cuenta la diversidad de experiencias, necesidades y deseos.

El primer paso es analizar cuáles son los recursos, espacios y redes que existen para cuidar en cada territorio. Una vez identificados estos elementos pensar en cómo se puede coser el territorio, desde un paradigma de no crecimiento, sino de restauración, cooperación y conexión.

No existe una fórmula mágica para construir ciudades y territorios cuidadores, pero el espacio tiene que cumplir determinadas características, desde las diferentes escalas, para favorecer y facilitar las tareas y la gestión de los cuidados (tanto el autocuidado como el cuidado de otras personas): proximidad, continuidad, accesibilidad, conciliación, autonomía, corresponsabilidad, dotación, seguridad y habitabilidad.La transición hacia una ciudad cuidadora significa poner los cuidados en el centro desde una perspectiva política y feminista. Es decir, reivindicando que son imprescindibles para la sostenibilidad de la vida, pero sin construir una imagen idealizada y naif. Los cuidados nos comportan alegrías, aprendizajes, sentirnos acompañadas, pero también comportan esfuerzo, dolor, agotamiento, frustración y tristeza. Repensar los territorios desde las necesidades de los cuidados mejoraría las condiciones de vida materiales e inmateriales de muchas personas y fomentaría una sociedad corresponsable con los cuidados. El ámbito municipal es lo más próximo a la ciudadanía, por lo cual tiene la capacidad de conocer de manera más directa las necesidades de las personas en relación con la provisión de los cuidados, y también de proporcionar un apoyo material a estas. El papel de los municipios tiene que ser proporcionar un apoyo físico adecuado para satisfacer la red compleja de cuidados que es necesaria para sostener la vida. Afortunadamente, hoy tenemos ejemplos de municipios que están apostando por prácticas que dotan de contenido la reivindicación feminista de sostener la vida.


[1] Comas, d’Argemir, M D (1993) “Sobre el apoyo y el cuidado. División del trabajo, género y parentesco”. En Perspectivas en el estudio del parentesco y la familia, VI Congreso de Antropología FAAEE/Asociación Canaria de Antropología, Tenerife. 1993. p. 65-82.

[2] Carrasco, Cristina; Borderías, Cristina y Torns, Teresa (2011) “Introducción. El trabajo de cuidados: antecedentes históricos y debates actuals” En: Carrasco, Cristina; Borderías, Cristina y Torns, Teresa (ed) El trabajo de cuidados. Historia, teoría y políticas Colección economía crítica y ecologismo social, los libros de la Catarata

[3] Idem [4] Pérez Orozco, Amaia y López Gil, Silvia (2011) “Desigualdades a flor de piel: cadenas globales de cuidados: concreciones en el empleo de hogar y articulaciones políticas: concreciones en el empleo de hogar y articulaciones políticas” ONU Mujeres Santo Domingo[5] Herrero, Y. (2017) “Economía ecológica y economía feminista: Un diálogo necesario” En Carrasco Bengoa, C. y Díaz Corral, C. (eds.), Economía feminista: desafíos, propuestas y alianzas. n. a.: Entrepueblos/Entrepobles/Entrepobos/Herriarte, 121-142.

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Actividades CIDEU, Ciudades CIDEU

Por un 2024 para seguir impulsando estrategias y transformando ciudades

Hace cinco años en CIDEU iniciamos una dinámica de reflexión interna con el objetivo de definir una ruta de acción que nos permitiera fortalecer la red, para estar en mejores condiciones de apoyar a las ciudades a responder a los desafíos que enfrentan cada día. Esto conllevó un proceso de renovación con nuevas alianzas, nuevos proyectos, nuevos espacios de colaboración, y con ello, más y mejores beneficios para las ciudades de la red.

Gracias a ese ejercicio, pudimos afrontar los desafíos de la pandemia, adaptando y flexibilizando nuestra oferta para acompañar a las ciudades. La red ha sido punto de encuentro para compartir experiencias y estrategias en los momentos más difíciles, acercando soluciones e ideas que permitieron eficientizar tiempo y recursos. Hemos logrado adaptar nuestros modelos de trabajo, aprendiendo la importancia de ser flexibles y ofrecer en cada momento aquello que las ciudades necesitan.

También hemos reafirmado la importancia de la planificación estratégica urbana y el rol fundamental de CIDEU para impulsarla, lo que nos ha permitido segmentar mejor nuestra oferta de valor. Participando activamente en CIDEU, las ciudades obtienen conocimiento para impulsar sus estrategias y proyectos, conexión con otras ciudades para intercambiar experiencias y aprendizajes, así como visibilidad y proyección internacional de sus buenas prácticas.

En esta dinámica, cerramos el año 2023 con 52 gobiernos locales y entidades iberoamericanas involucradas activamente en el trabajo en red, participando en seis Microrredes de Estrategias urbanas que reunieron a 120 participantes de 40 ciudades y entidades; en cinco 5 mentorías en las que participaron 40 representantes de 10 ciudades; y en 9 webinarios que contaron en total con más de 600 participantes.

Además, 124 personas de 61 ciudades se capacitaron en las acciones formativas, que tienen como protagonista la Especialización en Pensamiento Estratégico Urbano; y el Congreso Planificación y Acción Climática en las ciudades reunió a más de 120 participantes de 40 ciudades.

En 2024 seguimos firmes en nuestro objetivo de fortalecer, a través del trabajo en red, la capacidad de las ciudades para implementar estrategias y proyectos que les permitan enfrentar los desafíos de la realidad urbana.

Teniendo la planificación estratégica urbana como eje central, este año continuaremos fortaleciendo las líneas de trabajo en temáticas clave como movilidad urbana sostenible, sistemas de cuidado, acción climática, gobernanza metropolitana, derecho a la vivienda, innovación pública y transición digital, entre otros.           

El XXVI Congreso de CIDEU tendrá lugar en la ciudad de Zaragoza, España, del 3 al 5 de julio de 2024, una actividad que convoca a todas las ciudades y entidades miembros de la red, para compartir experiencias y aprendizajes sobre una temática relevante.

Durante el primer semestre de 2024 iniciará la quinta edición de las Microrredes de Estrategias Urbanas, que son espacios de colaboración y trabajo en red entre ciudades, que tienen el objetivo de encontrar nuevas respuestas a los desafíos urbanos, a través del intercambio de conocimientos y experiencias entre pares. Desde 2020 han operado 20 microrredes, con la participación de más de 60 ciudades y organizaciones de Iberoamérica  

Durante 2024 se mantendrá abierta la convocatoria a participar del programa Mentoría entre ciudades[, un modelo de cooperación bilateral que promueve la transferencia de conocimiento entre pares, en el que una ciudad con más expertise asesora a otra para ayudarle a alcanzar sus objetivos. En el marco de este programa, las ciudades de la red tienen la oportunidad de mentorizar a otras ciudades en aquellos ámbitos en los que tienen buenas prácticas, y pueden recibir mentorización para fortalecer sus proyectos.

Este año continuará la programación del Ciclo de Encuentros Iberoamericanos, un espacio de encuentro e intercambio virtual para compartir inquietudes, ideas y soluciones vinculadas a desafíos y experiencias urbanas, que se realiza cada mes, abierto al público. Desde 2020 se ha realizado 35 webinarios.

En el Campus de Estrategias Urbanas iniciará en mayo la XIX edición de la Especialización en Pensamiento Estratégico Urbano, con un seminario presencial en Durango, México. Impartida desde el año 2005, su objetivo es formar profesionales capaces de diseñar y gestionar con los/as actores sociales, los planes y proyectos estratégicos que mejorarán la calidad de vida de la ciudadanía en el mundo global. Además, se ofrecerán tres Cursos de Especialización.

El Campus ofrece también ocho Cápsulas Formativas disponibles todo el año, sobre aspectos clave de la gestión estratégica urbana, que se realizan de manera asincrónica y autogestionada. CIDEU ofrece además a sus socios, el diseño e impartición de acciones de Formación Ad-Hoc, con el objetivo de contribuir a fortalecer sus capacidades técnicas vinculadas a la estratégica urbana y su praxis, respondiendo a necesidades específicas.

Finalmente, se dará un impulso al Observatorio del Pensamiento Estratégico Urbano, creado el año pasado como un espacio permanente de investigación y trabajo colaborativo, para fortalecer la producción y difusión de conocimiento sobre la planificación estratégica urbana en Iberoamérica, desde una perspectiva interdisciplinaria e innovadora. Actualmente se trabaja en la sistematización de resultados de los espacios de intercambio técnico, para ponerlos a disposición de las ciudades.

El año pasado celebramos en CIDEU 30 años impulsando la transformación de las ciudades a través de la planificación estratégica urbana. Recuperar con todas las ciudades, los testimonios sobre cómo el trabajo en la red les ha facilitado esta tarea, nos motiva a seguir trabajando para mantener, fortalecer y ampliar esta gran comunidad iberoamericana que sueña con lograr mejores ciudades para todas las personas.


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Ciudades CIDEU

Laboratorio de Vida, la estrategia de Antioquia para el desarrollo territorial equilibrado

Antioquia es uno de los departamentos con mayor índice de competitividad de Colombia, de acuerdo con los datos del Consejo Privado de Competitividad y la Universidad del Rosario para 2023. Este territorio tiene la fortuna de haberse construido en tierra fértil, rica en minerales y rodeada de lo verde de sus montañas, ríos caudalosos y de una gran extensión de mar. Esto sumado a las capacidades territoriales desarrolladas en medio de la construcción del Plan Estratégico Agenda Antioquia 2040, que busca posicionarse como el Corazón Verde de América, plantea una visión que respaldada por más de 110 mil ciudadanos presenta entre varios componentes la propuesta de un nuevo modelo de desarrollo territorial que busca el equilibrio y potenciar las capacidades de cada territorio para hacer de Antioquia el lugar soñado.

Para ello, la planificación integral es una herramienta fundamental que permite avanzar en la superación de los grandes retos que tiene desde lo ambiental, social y económico y hacer de Antioquia un departamento de referencia nacional e internacional.

En respuesta de ello surge el Laboratorio de Vida, una propuesta innovadora para mejorar las condiciones de territorios mineros en las subregiones Bajo Cauca y el Nordeste, con apuestas muy importantes en educación y formación del capital humano, creación del distrito minero, el distrito del maíz, la formalización y la regeneración territorial, que directamente debe permitir enfrentar el desafío de años de deforestación en estos lugares del departamento.

La paradoja del oro

En muchos de los territorios colombianos el oro es un fenómeno complejo y contradictorio. Por un lado, ha sido una fuente de riqueza y desarrollo económico para el país, atrayendo inversiones y generando empleo. Sin embargo, también ha sido origen de conflictos sociales y ambientales debido a la explotación ilegal de recursos, la contaminación de los ríos y la deforestación.

En muchos de los territorios colombianos el oro es un fenómeno complejo y contradictorio. Por un lado, ha sido una fuente de riqueza y desarrollo económico para el país, atrayendo inversiones y generando empleo. Sin embargo, también ha sido origen de conflictos sociales y ambientales debido a la explotación ilegal de recursos, la contaminación de los ríos y la deforestación.

En las subregiones Bajo Cauca y Nordeste se extrae el 74% del oro del Departamento, equivalente al 56% de la producción total del país, situación que lo posicionan en un escenario de gran riqueza mineral. Pero, al mismo tiempo, en estos territorios existen altos niveles de pobreza, violencia e inseguridad con deficiencias acceso a servicios y oportunidades básicas. Por ejemplo, la incidencia de la pobreza monetaria extrema en el Bajo Cauca es 7,92%, el doble que, en el resto de Antioquia, que equivale a 3,98%. Es decir, por cada persona con pobreza monetaria extrema en el resto de Antioquia hay dos más, en Bajo Cauca.

Para abordar esta paradoja, es fundamental promover la competitividad sostenible, la utilización de tecnologías más limpias y el trabajo articulado con las comunidades locales para recoger los saberes ancestrales, aprovechar los beneficios económicos del oro de manera sostenible y equitativa, sin comprometer el bienestar de las comunidades y el entorno natural. De ahí, la necesidad de fomentar la diversificación económica en las regiones mineras, para reducir la dependencia exclusiva del oro como fuente de ingresos.

De esa manera, nos enfrentamos  a grandes retos desde la planificación y gestión estratégica de este territorio que implican repensar la estrategia de gobernanza, desde el cómo integrar y articular los diferentes procesos de desarrollo territorial para los veinte (20) municipios que componen esta subregiones, así como articular los diferentes niveles de gobierno presentes y atender los conflictos de competencias, armonizar los intereses sectoriales en términos de productividad y sostenibilidad ambiental y congregar y vincular al sector privado y público en estrategias de investigación y búsqueda de soluciones a los profundos conflictos estructurales subyacentes desde el punto de vista ambiental, social y económico.

Así surge el laboratorio de vida. Se establece como objetivo principal y mayor premisa de este Plan el respeto y protección de la vida, en todas sus formas y manifestaciones; el reconocimiento de las oportunidades del territorio y el cierre de las brechas poblacionales y territoriales del desarrollo y de esa forma, impulsar los procesos de transformación social y cultural de la sociedad, a partir de escenarios de participación donde los diferentes actores se consideran fuente de co-creación del desarrollo territorial.

Laboratorio de Vida

Consolidar un territorio en equilibrio, que logre revitalizarse y regenerarse a partir del desarrollo económico como su riqueza ecosistémica, además de impulsar la convergencia institucional para resignificar un modelo de gobernanza que trascienda el corto plazo y se establezca de forma permanente en el territorio, son grandes objetivos del Laboratorio de Vida.

Esta estrategia se consolida como el instrumento que localiza y pone en valor las voces ciudadanas de las subregiones del Bajo Cauca, Nordeste e incluso Norte que durante los diálogos de la Agenda Antioquia 2040 propusieron que su región fuera reconocida en el largo plazo como regiones de vida y con ello demandan educación, desarrollo rural, productividad y cuidado del medio ambiente, protección de la vida, justicia, libertad, un territorio de paz y feliz. Por ello, el Laboratorio de Vida plantea en cinco líneas estratégicas consolidar un territorio sostenible, equitativo y en paz, que ponga la vida en el centro y avance integralmente a la implementación de proyectos en el ámbito socioeconómico, de infraestructura, educación, cultura, medio ambiente, seguridad y productividad.

Dichas líneas estratégicas incorporan las principales confluencias en la caracterización, entre las debilidades, necesidades, demandas, potencialidades y desafíos, identificadas durante los diálogos de la Agenda Antioquia 2040 y los distintos espacios de movilización permitiendo de esta manera focalizar la actuación integral en este territorio. Así mismo de acuerdo con el propósito y objetivo de cada línea, se definen programas y proyectos, los cuales bajo un enfoque participativo y de innovación social, priorizan las acciones específicas a implementar. Actualmente el Laboratorio de vida avanza en la implementación de proyectos previstos para el corto plazo con una inversión de más de $267.583 millones de pesos colombianos.

  • Educación para la vida
  • Condiciones de vida digna
  • Seguridad humana, convivencia y paz
  • Hábitat en equilibrio
  • Economía productiva integral

Adicional, se activó un grupo gestor en el territorio desde donde se asume el funcionamiento a corto, mediano y largo plazo del Laboratorio de Vida, el cual a través de metodologías participativas trabaja en la actualización el reconocimiento de las dinámicas territoriales, gestiona permanentemente el banco de iniciativas y consolida la formulación colectiva de los proyectos estratégicos de impacto regional que dinamiza esta apuesta.

Dos proyectos a resaltar del laboratorio son:

1) Aulas Vivas. Se planta como un aula móvil para potenciar una cultura regenerativa que incluye Eco Parcelas experimentales demostrativas y un multicampus agroproductivo en Yalí. Se busca así el fortalecimiento de emprendimientos enfocados en la apicultura y meliponicultura por medio de aulas y auditorios, zonas de cultivo y espacios de aprendizaje al aire libre con el último fin de avanzar en el cierre de brechas entre las zonas rurales y urbanas.

2) Multicampus agroindustrial en el Municipio de Anorí. Proyecto estratégico que contempla senderos multipropósito, equipamientos culturales, educativos y de servicio, zonas de aprendizaje agroecológico al aire libre y zonas de esparcimiento, contemplación y concientización del paisaje del Nordeste de Antioquia. Este proyecto tiene el propósito de fomentar en la región la cultura regenerativa que potencie procesos ambientales existentes y sea un espacio óptimo para promover iniciativas como las Huerta-escuela para avanzar en el cierre de brechas entre las zonas rural y urbana el fortalecimiento de la seguridad alimentaria del territorio y potenciación de capacidades y habilidades para la vida y el liderazgo.

Para concluir, el Laboratorio de Vida se pretende desarrollar desde un enfoque de innovación social y con ello permitir siempre que, a través del diálogo sectorial, interinstitucional y comunitario se articulen los recursos, ideas y estrategias para hacer frente a dificultades y generar las transformaciones que se necesitan.

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Ciudades CIDEU, Congreso CIDEU

Ciudades y entidades de CIDEU se comprometen en la acción frente al cambio climático

Del 5 al 7 de julio la ciudad de Mendoza acogió el XXV Congreso CIDEU, que contó con la participación de 120 representantes de 40 ciudades iberoamericanas, quienes reflexionaron e intercambiaron experiencias y aprendizajes en torno a los desafíos que conlleva la planificación y la acción climática en las ciudades. En la Asamblea General, las ciudades y entidades de la red suscribieron la Declaración de Mendoza 2023: La Planificación y Acción Climática en las Ciudades.

La Asamblea General de ciudades y entidades miembros del Centro Iberoamericano de Desarrollo Estratégico Urbano CIDEU, reunida el 7 de julio de 2023 en Mendoza, Argentina, en reconocimiento al liderazgo de esta ciudad en la acción para enfrentar la emergencia climática y con motivo del XXV Congreso de CIDEU para compartir experiencias, conocimiento y pensar conjuntamente sobre los desafíos que plantean la “planificación y acción climática”, promueve la siguiente declaración:

En los últimos 30 años CIDEU, la red de ciudades Iberoamericanas, se ha caracterizado por promover la planificación de las ciudades e impulsar acciones estratégicas para su transformación positiva, a partir del desarrollo de capacidades innovadoras, acción colaborativa y trabajo en red, propiciando diversas respuestas ante los desafíos urbanos locales y globales, relacionados con el espacio público, la vivienda, las políticas del cuidado, y en esta ocasión, sobre los desafíos que plantea el cambio climático.

Con esta declaración entendemos que:

Las actividades humanas han propiciado cambios muy significativos en la evolución y desarrollo del planeta, sus ecosistemas y todos los seres que lo habitan. No obstante, en los últimos 200 años estas acciones se han convertido en una amenaza para nuestra supervivencia como especie. La evidencia muestra que, en la producción de energía a partir de combustibles fósiles en la industria, el transporte y la edificación, se origina el 79% de las emisiones globales de gases efecto invernadero – GEI.

Estas actividades humanas y sus impactos alteran gradualmente la distribución de los patrones del clima, una crisis creciente y en algunos casos irreversible denominada Cambio Climático, que va más allá del calentamiento global, el agotamiento de la capa de ozono, la desertificación y la polución, con impactos en la economía, en la salud, la seguridad y producción de alimentos, entre otras. Esta crisis climática evidencia además las condiciones imperantes de desigualdad, inequidad y segregación espacial y social, que afectan más severamente a las comunidades pobres y vulnerables, e incluso a aquellas zonas que no son las causantes de los problemas.

Infortunadamente, la mayoría de países no ha cumplido los límites de seguridad climática del Acuerdo de París 2015 y los impactos adversos en los seres y en el planeta son alarmantes, al punto que en 2022, en su Sexto Informe de Evaluación, el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático – IPCC, advierte que el “Cambio climático es una amenaza para el bienestar humano y la salud del planeta, y la ‘ventana de oportunidad’ que la humanidad tiene para asegurarse un futuro habitable y sostenible para todos se cierra rápidamente”.

Esto es un claro llamado a la acción decidida e inmediata; y es desde las ciudades donde se ganará o se perderá este desafío. Los cambios climáticos más peligrosos pueden ser evitados si cambiamos nuestro sistema de consumo a partir del uso racional y eficiente de los recursos naturales con el uso de energías limpias y renovables, y haciendo ajustes en algunos de los sistemas humanos de producción hacia la circularidad y una ocupación del territorio más controlada, planificada y consciente; si aseguramos comunidades participativas, cohesionadas y saludables, es decir, si establecemos una adecuada gobernanza urbana y ambiental, a partir de un modelo de desarrollo más resiliente y sostenible.

Reconocemos la importancia de la acción local para abordar los desafíos globales y estamos convencidos de que se requiere la implementación de estrategias y soluciones innovadoras, así como el cumplimiento de las metas y propuestas de las diversas agendas globales.

Las ciudades y entidades miembros de CIDEU nos comprometemos a:

  1. Acelerar el cumplimiento de los compromisos y metas locales para combatir el cambio climático, según los objetivos planteados en el Acuerdo de París y las conclusiones de la reciente Conferencia de las Partes COP27.
  2. Agilizar en nuestros territorios urbanos y rurales la puesta en marcha de planes, programas y proyectos, así como sus marcos regulatorios, encaminados a controlar y reducir las emisiones de gases efecto invernadero y demás aspectos que originan la crisis climática; actuando con conciencia de futuro (equidad intergeneracional), justicia social (equidad intra-generacional) y responsabilidad global (equidad territorial).
  3. Implementar una gobernanza climática participativa, multisectorial, cocreada con los diversos grupos de actores, en la cual, tanto el sector público como el privado y el comunitario, se comprometan y actúen en la implementación de estrategias inclusivas, justas y equitativas para avanzar en la mitigación de riesgos, la adaptación, la resiliencia y el desarrollo sostenible.
  4. Promover el uso eficiente de energías limpias, renovables, la electrificación de los sistemas urbanos, la promoción de infraestructuras verdes, sistemas de drenaje sostenible, manejo respetuoso del ciclo del agua, agricultura urbana, así como la circularidad y producción cercana que reducen la huella de carbono y su impacto ambiental.
  5. Transformar los modelos de movilidad pasando de la primacía del vehículo privado a sistemas públicos de transporte eficientes y no contaminantes, apoyando transformaciones tecnológicas para el uso de energías limpias y promoviendo los modos no motorizados de desplazamiento como la bicicletas y el caminar, como complemento a políticas de promoción de zonas de bajas emisiones y acciones que favorezcan la consolidación de ciudades de proximidad, densas y compactas que impacten positivamente en la salud de la población y del planeta.
  6. Trabajar para que nuestras ciudades sean resilientes, estén preparadas para responder proactivamente ante los impactos del cambio climático y eviten procesos que agraven la crisis ambiental. Ciudades con comunidades fuertes y con alto compromiso cívico, social y ambiental; que sean a su vez más justas, equitativas y cuidadoras, teniendo a las personas en el centro de la política pública, favoreciendo el derecho a la ciudad, a la vivienda asequible y a entornos de calidad para las generaciones presente y futuras.
  7. Asunción de la responsabilidad de lo urbano respecto a lo rural, en tanto que forman parte de un mismo sistema y, teniendo en cuenta que el metabolismo de las ciudades depende de contar con unos entornos rurales cuidados que ofrezcan de manera conveniente agua, alimentos o energía. Igualmente, las ciudades no serán sostenibles si no se piensa en su impacto sobre el entorno rural.
  8. Introducir normas e incentivos tributarios y tarifarios para la Acción Climática, aumentar los espacios públicos verdes y el arbolado, así como las construcciones “verdes, con líneas de crédito para su construcción o adaptación. Buscar que las edificaciones tanto públicas como privadas sean eficientes y produzcan el mínimo impacto en el ambiente, tanto en los procesos de la fabricación de sus materiales, como en el trascurso de su construcción, uso y reciclaje.
  9. Plantear los cambios culturales necesarios para que esta situación amenazante mejore y no se repita. Trabajaremos para estar preparadas para actuar sobre las amenazas que nos plantea el Cambio Climático como la contaminación, olas de calor, lluvias torrenciales, aumento del nivel de las aguas y demás; porque sabemos que la sostenibilidad global se genera a partir de lo local. Nuestra acción en los territorios y las comunidades, concurrente con las acciones del Gobierno Central, será fundamental para el control del cambio climático, la viabilidad de los ecosistemas y la sostenibilidad de nuestros sistemas económicos y sociales. En este sentido, se fomentarán programas educativos que integren y promuevan el compromiso ambiental desde edades primarias, formulando planes educativos transversales del tema cambio climático en los programas académicos con las materias básicas. 
  10. Crear un banco de proyectos, acciones y experiencias de las ciudades miembro para potenciar el intercambio y la colaboración mediante recorridos exitosos y poder generar una guía que aporte a la planificación climática de nuestras ciudades.

ACCIÓN CLIMÁTICA: nuestra responsabilidad compartida para crear ciudades resilientes.

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Ciudades CIDEU

El desafío de superar la visión localista

Tengo la fuerte convicción de que los retos y las políticas se tienen que abordar desde la mirada metropolitana.

Estamos en un mundo metropolizado y por lo tanto tenemos que superar la visión localista. Para esto les propongo que pensemos tres aspectos fundamentales, ¿Para qué queremos tener gobernanza y planificación a escala metropolitana?, ¿cómo lo hacemos? y ¿con quiénes, y cómo deberíamos construir esta perspectiva metropolitana entre todos/as?

¿Para qué queremos tener la gobernanza y la planificación?
El “para qué” nos lleva a pensar en los retos actuales que hay en las ciudades y sus áreas metropolitanas. Nos referimos a temas que son globales como el cambio climático, la cohesión social o la gestión de la movilidad, porque en definitiva, la base de las áreas metropolitanas, son las personas. 

Aunque sea parte de contextos diferentes, a grados distintos hay un consenso bastante grande sobre para qué la gobernanza ya que los retos globales, la agenda urbana y los ODS son comunes a todas las aglomeraciones urbanas. 

Mencionamos algunos ejemplos. Uno de los criterios para medir y delimitar las áreas metropolitanas es la movilidad de sus habitantes. Así, un reto evidente son las políticas de movilidad, que requieren de una buena gobernanza metropolitana. En Barcelona, hay un sistema de transporte público eficiente, formado por múltiples consorcios, operadores y empresas. A pesar de tener un buen sistema de gobernanza existen retos ligados a la movilidad, como que hay demasiados traslados en vehículos privados motorizados, las emisiones etc. El cambio climático es otro ejemplo que abarca desde aspectos físicos como la subida del nivel del mar, la escasez de agua y recursos y sus impactos en la población (problemas respiratorios, etc).

La cohesión social es otro tema clave a nivel metropolitano: cómo tener áreas metropolitanas que no sean segregadas, cómo facilitar la convivencia de comunidades, cómo proteger a los sectores más vulnerables especialmente a las infancias. 

¿Cómo lo hacemos? ¿con qué fórmula hacemos la gobernanza?
Si partimos de la premisa que hay que atacar ciertos temas desde una perspectiva metropolitana, hay que descubrir con qué fórmula lo hacemos, ya que entran ciertos factores políticos, partidistas, históricos y estructurales que complican esta necesaria cooperación. 

Dentro del “cómo” tenemos dos extremos. En un extremo están los modelos más institucionalizados, es decir gobiernos metropolitanos aprobados por una ley del parlamento competente, que tengan competencias exclusivas y vinculantes sobre los temas más relevantes. Por ejemplo, que pueda hacer un plan de movilidad urbana y pueda ejecutarlo, que tenga competencias en urbanismo y pueda ordenar el territorio para que sea más sostenible y cohesionado, que tenga financiación, capacidad de tener autonomía fiscal, y que tenga elección directa de sus representantes que lo convierte en un verdadero ámbito de poder. Esto es muy complicado de conseguir y no existe en el mundo un ejemplo de gobierno metropolitano que cumpla todas estas características, ya que sería un gobierno que haría competencia y no sería efectivo.

Hay casos de gobiernos/entes metropolitanos como tal, principalmente en Europa que se han creado en los últimos 20 años (por ejemplo en Barcelona, Lyon, Hannover, Londres) pero cuando son analizados en detalle vemos que no cumplen todos los criterios: sus poderes son limitados, no tienen competencias exclusivas sino que son compartidas con los ayuntamientos, hacen recomendaciones pero no pueden imponer, y/o dependen de las transferencias que les haga el estado o la región. Este sería el modelo ideal, pero lo que en realidad tenemos son autoridades metropolitanas que son capaces de tener la visión global y común que puedan poner cierto orden. Sus responsabilidades se han centrado tradicionalmente en el territorio, en lo hard, en infraestructura, en movilidad, planes urbanísticos, residuos y agua, en detrimento de los temas sociales, aunque esta tendencia está cambiando.

El otro extremo está en buscar fórmulas más flexibles, que no son tan habituales, que vienen desde abajo, que nacen de manera voluntaria de los ayuntamientos o actores de la sociedad civil para crear consensos. El Plan Estratégico Metropolitano de Barcelona (PEMB) es el claro ejemplo, que intenta construir la mirada metropolitana sin tener una institución. La contra de este modelo, es que surgen proyectos muy interesantes, se identifican los temas y las personas u organizaciones que lo pueden hacer, pero para que suceda hay que buscar la financiación y mantener el pulso metropolitano. 

El modelo más frecuente es “el medio”, es decir, organizaciones que tienen una mirada metropolitana pero se ocupan de solo un tema. Por ejemplo, agencias metropolitanas de transporte, gestión del agua, o de residuos tienen mirada metropolitana pero en un tema, trabajan de manera aislada y no tiene la visión integral. Otra forma son las mancomunidades o consorcios para la prestación de un servicio: el reto es cómo coordinar el conjunto de empresas y consorcios para tener una visión común.

¿Quién participa en esta gobernanza metropolitana? ¿Cómo construir esta perspectiva metropolitana entre todos/as?
Al final se trata de creer en esta mirada. Para superar la visión localista es necesario crear conciencia interpelar a todo el mundo para que vean necesario intervenir, cooperar y pensar a escala metropolitana, y esto no es tarea fácil ni para la ciudadanía ni para la clase política donde está arraigada la visión municipalista de “sus electores”. Se trata de hacer pedagogía multinivel: la gente no es consciente de que buenas estructuras pueden ayudar a facilitar sus vidas y a tener mejores oportunidades. A lo mejor, cuando la ciudadanía lo demande va a haber reacción política.

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