Ciudades CIDEU

Laboratorio de Vida, la estrategia de Antioquia para el desarrollo territorial equilibrado

Antioquia es uno de los departamentos con mayor índice de competitividad de Colombia, de acuerdo con los datos del Consejo Privado de Competitividad y la Universidad del Rosario para 2023. Este territorio tiene la fortuna de haberse construido en tierra fértil, rica en minerales y rodeada de lo verde de sus montañas, ríos caudalosos y de una gran extensión de mar. Esto sumado a las capacidades territoriales desarrolladas en medio de la construcción del Plan Estratégico Agenda Antioquia 2040, que busca posicionarse como el Corazón Verde de América, plantea una visión que respaldada por más de 110 mil ciudadanos presenta entre varios componentes la propuesta de un nuevo modelo de desarrollo territorial que busca el equilibrio y potenciar las capacidades de cada territorio para hacer de Antioquia el lugar soñado.

Para ello, la planificación integral es una herramienta fundamental que permite avanzar en la superación de los grandes retos que tiene desde lo ambiental, social y económico y hacer de Antioquia un departamento de referencia nacional e internacional.

En respuesta de ello surge el Laboratorio de Vida, una propuesta innovadora para mejorar las condiciones de territorios mineros en las subregiones Bajo Cauca y el Nordeste, con apuestas muy importantes en educación y formación del capital humano, creación del distrito minero, el distrito del maíz, la formalización y la regeneración territorial, que directamente debe permitir enfrentar el desafío de años de deforestación en estos lugares del departamento.

La paradoja del oro

En muchos de los territorios colombianos el oro es un fenómeno complejo y contradictorio. Por un lado, ha sido una fuente de riqueza y desarrollo económico para el país, atrayendo inversiones y generando empleo. Sin embargo, también ha sido origen de conflictos sociales y ambientales debido a la explotación ilegal de recursos, la contaminación de los ríos y la deforestación.

En muchos de los territorios colombianos el oro es un fenómeno complejo y contradictorio. Por un lado, ha sido una fuente de riqueza y desarrollo económico para el país, atrayendo inversiones y generando empleo. Sin embargo, también ha sido origen de conflictos sociales y ambientales debido a la explotación ilegal de recursos, la contaminación de los ríos y la deforestación.

En las subregiones Bajo Cauca y Nordeste se extrae el 74% del oro del Departamento, equivalente al 56% de la producción total del país, situación que lo posicionan en un escenario de gran riqueza mineral. Pero, al mismo tiempo, en estos territorios existen altos niveles de pobreza, violencia e inseguridad con deficiencias acceso a servicios y oportunidades básicas. Por ejemplo, la incidencia de la pobreza monetaria extrema en el Bajo Cauca es 7,92%, el doble que, en el resto de Antioquia, que equivale a 3,98%. Es decir, por cada persona con pobreza monetaria extrema en el resto de Antioquia hay dos más, en Bajo Cauca.

Para abordar esta paradoja, es fundamental promover la competitividad sostenible, la utilización de tecnologías más limpias y el trabajo articulado con las comunidades locales para recoger los saberes ancestrales, aprovechar los beneficios económicos del oro de manera sostenible y equitativa, sin comprometer el bienestar de las comunidades y el entorno natural. De ahí, la necesidad de fomentar la diversificación económica en las regiones mineras, para reducir la dependencia exclusiva del oro como fuente de ingresos.

De esa manera, nos enfrentamos  a grandes retos desde la planificación y gestión estratégica de este territorio que implican repensar la estrategia de gobernanza, desde el cómo integrar y articular los diferentes procesos de desarrollo territorial para los veinte (20) municipios que componen esta subregiones, así como articular los diferentes niveles de gobierno presentes y atender los conflictos de competencias, armonizar los intereses sectoriales en términos de productividad y sostenibilidad ambiental y congregar y vincular al sector privado y público en estrategias de investigación y búsqueda de soluciones a los profundos conflictos estructurales subyacentes desde el punto de vista ambiental, social y económico.

Así surge el laboratorio de vida. Se establece como objetivo principal y mayor premisa de este Plan el respeto y protección de la vida, en todas sus formas y manifestaciones; el reconocimiento de las oportunidades del territorio y el cierre de las brechas poblacionales y territoriales del desarrollo y de esa forma, impulsar los procesos de transformación social y cultural de la sociedad, a partir de escenarios de participación donde los diferentes actores se consideran fuente de co-creación del desarrollo territorial.

Laboratorio de Vida

Consolidar un territorio en equilibrio, que logre revitalizarse y regenerarse a partir del desarrollo económico como su riqueza ecosistémica, además de impulsar la convergencia institucional para resignificar un modelo de gobernanza que trascienda el corto plazo y se establezca de forma permanente en el territorio, son grandes objetivos del Laboratorio de Vida.

Esta estrategia se consolida como el instrumento que localiza y pone en valor las voces ciudadanas de las subregiones del Bajo Cauca, Nordeste e incluso Norte que durante los diálogos de la Agenda Antioquia 2040 propusieron que su región fuera reconocida en el largo plazo como regiones de vida y con ello demandan educación, desarrollo rural, productividad y cuidado del medio ambiente, protección de la vida, justicia, libertad, un territorio de paz y feliz. Por ello, el Laboratorio de Vida plantea en cinco líneas estratégicas consolidar un territorio sostenible, equitativo y en paz, que ponga la vida en el centro y avance integralmente a la implementación de proyectos en el ámbito socioeconómico, de infraestructura, educación, cultura, medio ambiente, seguridad y productividad.

Dichas líneas estratégicas incorporan las principales confluencias en la caracterización, entre las debilidades, necesidades, demandas, potencialidades y desafíos, identificadas durante los diálogos de la Agenda Antioquia 2040 y los distintos espacios de movilización permitiendo de esta manera focalizar la actuación integral en este territorio. Así mismo de acuerdo con el propósito y objetivo de cada línea, se definen programas y proyectos, los cuales bajo un enfoque participativo y de innovación social, priorizan las acciones específicas a implementar. Actualmente el Laboratorio de vida avanza en la implementación de proyectos previstos para el corto plazo con una inversión de más de $267.583 millones de pesos colombianos.

  • Educación para la vida
  • Condiciones de vida digna
  • Seguridad humana, convivencia y paz
  • Hábitat en equilibrio
  • Economía productiva integral

Adicional, se activó un grupo gestor en el territorio desde donde se asume el funcionamiento a corto, mediano y largo plazo del Laboratorio de Vida, el cual a través de metodologías participativas trabaja en la actualización el reconocimiento de las dinámicas territoriales, gestiona permanentemente el banco de iniciativas y consolida la formulación colectiva de los proyectos estratégicos de impacto regional que dinamiza esta apuesta.

Dos proyectos a resaltar del laboratorio son:

1) Aulas Vivas. Se planta como un aula móvil para potenciar una cultura regenerativa que incluye Eco Parcelas experimentales demostrativas y un multicampus agroproductivo en Yalí. Se busca así el fortalecimiento de emprendimientos enfocados en la apicultura y meliponicultura por medio de aulas y auditorios, zonas de cultivo y espacios de aprendizaje al aire libre con el último fin de avanzar en el cierre de brechas entre las zonas rurales y urbanas.

2) Multicampus agroindustrial en el Municipio de Anorí. Proyecto estratégico que contempla senderos multipropósito, equipamientos culturales, educativos y de servicio, zonas de aprendizaje agroecológico al aire libre y zonas de esparcimiento, contemplación y concientización del paisaje del Nordeste de Antioquia. Este proyecto tiene el propósito de fomentar en la región la cultura regenerativa que potencie procesos ambientales existentes y sea un espacio óptimo para promover iniciativas como las Huerta-escuela para avanzar en el cierre de brechas entre las zonas rural y urbana el fortalecimiento de la seguridad alimentaria del territorio y potenciación de capacidades y habilidades para la vida y el liderazgo.

Para concluir, el Laboratorio de Vida se pretende desarrollar desde un enfoque de innovación social y con ello permitir siempre que, a través del diálogo sectorial, interinstitucional y comunitario se articulen los recursos, ideas y estrategias para hacer frente a dificultades y generar las transformaciones que se necesitan.

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Ciudades

El MUHBA, museo de la ciudadanía

El Museu d’Història de Barcelona – MUHBA, que celebra su 80 aniversario este 2023, ha reabierto sus puertas transformado en un museo de ciudad de nueva generación del siglo XXI, el nuevo museo de la ciudadanía.

La Casa Padellàs, un espacio de síntesis para explicar la historia de Barcelona, que cuenta con un patio concebido como museo ágora. © MUHBA, Foto: Jaime Irigoyen

El MUHBA se define como una institución de conocimiento histórico urbano y patrimonialización en red, policéntrica, con un hub o núcleo vertebrador en la Casa Padellàs y con espacios patrimoniales por la ciudad, para sustentar un relato coral de Barcelona, y con una programación pública sobre el mundo urbano y su historia en múltiples formatos, muy atenta al mundo educativo. De cara a alcanzar este objetivo, el Museo trabaja en cooperación con otras instituciones y entidades, y con la ciudadanía, para llevar a cabo las funciones de coleccionar, estudiar y conservar los testimonios del pasado, promover la investigación sobre su trayectoria, cuidar la red de espacios patrimoniales y confeccionar la programación general y educativa.

Las líneas estratégicas que el museo ha seguido a lo largo de los últimos años para definirse como museo de la ciudadanía se pueden resumir en cuatro ejes:

Conocimiento y educación. El museo de la ciudad debe ser un centro generador de conocimiento abierto a la ciudadanía, con un programa de impulso a la investigación en historia y patrimonios de Barcelona, que difumine las barreras entre investigación y difusión y que apueste por la interacción con el mundo educativo como museo escuela. El proyecto educativo debe hacer camino hacia un modelo que vincule estrechamente los sistemas educativo y cultural. En un mundo conectado y vulnerable, a las puertas de la revolución tecnológica 5G y la inteligencia artificial, el museo debe repensar en términos digitales sus formatos, en pro de una mayor democracia cultural. Las tecnologías digitales son la base de una estrategia del museo para la construcción de un nuevo sistema integral que permita incorporar todo el conjunto de saberes, representaciones y patrimonios.

Policentrismo urbano. El museo de la ciudad se configura como museo red, territorializado, con las salas distribuidas por polos patrimoniales que configuran su relato histórico coral, del centro a la periferia y de la periferia al centro, en tanto que equipamiento de conocimiento y representación de doble escala, de barrio y de ciudad al mismo tiempo. El MUHBA ha consolidado su red con 55 salas urbanas distribuidas por toda la ciudad en un total de 18 espacios patrimoniales de características diversas. Desde esta perspectiva, la Casa Padellàs se convierte en la Casa de la Historia de Barcelona, núcleo vertebrador y de síntesis de la trayectoria histórica de Barcelona, en un diálogo constante con las distintas sedes del museo y con todos sus públicos. Asimismo, se trabaja intensamente junto al río Besòs en un proyecto compartido con diferentes agentes para perfilar cuatro de las aproximaciones estratégicas con las que el MUHBA aborda la metrópoli: proveer, trabajar, habitar y urbanizar, vinculadas a la Casa de l’Aigua de la Trinitat, la fábrica Fabra i Coats, las Cases Barates del Bon Pastor (espacio recientemente inaugurado) y la nave Oliva Artés.

55 salas urbanas distribuidas en espacios patrimoniales por toda la ciudad. ©MUHBA

Transdisciplinariedad. El museo tiene en la historia urbana, con la ciudad como objeto y sujeto, el marco conceptual para situar e interpretar los patrimonios y legados urbanos, de la arqueología y la arquitectura a la alimentación y a las innovaciones literarias y musicales a lo largo de los siglos. Cuidar el legado recibido y enriquecerlo, empezando por la consolidación de la colección contemporánea, es imprescindible para crear relatos que integren investigación, patrimonio y programación pública.

Participación y Cogestión. El museo de ciudad debe poder perfilarse como laboratorio ciudadano participativo en el conjunto de su actividad y con fórmulas de cogestión con los distritos y con los centros de estudios locales y las entidades vecinales en el cuidado de aquellos espacios patrimoniales que sean gestionados conjuntamente con el tejido social. El MUHBA quiere ser un entorno de experimentación compartida con la ciudadanía para generar nuevas aproximaciones a la ciudad.

Estos ejes programáticos configuran el museo como “kit de conocimiento histórico y conciencia urbana” para promover la inclusión ciudadana, el turismo sostenible y la construcción de Europa, en la línea de la nueva museología urbana que promueve el MUHBA desde las redes internacionales. El interés por impulsar esta línea de trabajo fue la base para crear desde el Museo, hace una década, la Red Europea de Museos de Ciudad – CITYHIST, y para convertirse en 2021 en la sede del congreso mundial del CAMOC, la sección de museos de ciudad de la Unesco/ICOM, o la sede de los EMYA 2023, el Premio al Museo Europeo del Año, el galardón más prestigioso que se concede a un museo en Europa, por el European Museum Forum (EMF).

Una versión anterior de este artículo se publicó en la editorial del MUHBA Butlletí núm. 35

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Redes de ciudades

Las ciudades latinoamericanas y el papel de las asociaciones municipales

Latinoamérica vive momentos de una complejidad sin precedente: profundización de la pobreza, desbordamiento de la inseguridad urbana, crecientes expresiones de ingobernabilidad, déficits cada vez mayores de infraestructuras sociales, centralismo que agobia a ciudades y regiones, más allá de las crisis sanitarias y climáticas. Todo un entorno que abre espacios a la agudización de las desigualdades sociales.

Frente a ello, todos los órdenes de gobierno, y especialmente los gobiernos locales, tenemos el deber de construir un orden del desarrollo sobre bases más sólidas y perdurables. Desafío nada fácil si conocemos la larga historia de centralismo y frágil vida institucional de los actores públicos en casi toda la región.

Ese historial nos ha dificultado establecer una arquitectura política, constitucional, competencial, hacendaria y de gobernanza que resuelva las muchas y complejas problemáticas de ciudades que -a la vez- acogen cada vez más poblaciones demandantes de satisfactores, siendo la región más urbanizada del mundo.

Frente a ello, tenemos también buenas razones para un optimismo razonado: esta generación hemos definido una Nueva Agenda Urbana, unos Objetivos del Desarrollo Sostenible y una Agenda 2030. Tenemos ahí una visión y una hoja de ruta.

Esos instrumentos son un pacto de amplio consenso, que señala metas, propósitos tangibles, visión estratégica, oportunidad de medir resultados, un plan de localización de ODS y la oportunidad de contribuir a mejorar la armonía del desarrollo que el planeta esta rápidamente perdiendo.

En nuestra región latinoamericana es imperativo construir una alianza múltiple y de gran alcance para contener el deterioro político, social, económico y ambiental que está afectando a la mayoría de los 33 países, y en algunos casos de forma dramática y casi irreversible.

Ante la ausencia de políticas de estado y de un acuerdo hemisférico que oriente el desarrollo con mayor certidumbre, debemos preguntarnos cuál es el papel de los líderes y de las instituciones locales, y es ahí donde las asociaciones de gobiernos locales debemos asumir una clara responsabilidad.

Con el liderazgo de CGLU a nivel mundial y con la responsabilidad de FLACMA como entidad coordinadora de los gobiernos locales de Latinoamérica y el Caribe, y como Sección Latinoamericana de la propia CGLU, hoy tenemos un plan y una ruta.

Por ello es que FLACMA postula varias líneas de actuación para los gobiernos locales: 1) unidad regional basada en la colaboración; 2) proyecto de desarrollo con bases firmes y gobernanza; 3) agendas sectoriales que generen progreso y bienestar; 4) colaboración horizontal, cooperación internacional y financiamiento; y 5) asociacionismo, alianzas y coordinación entre órdenes de gobierno.

Para ello, promovemos la estructuración de un amplio movimiento de gobiernos locales que agrupe a las 16,400 ciudades y los 200 gobiernos regionales con una agenda común; y para ello es que hemos promovido el trabajo concertado entre las más de 65 asociaciones nacionales de gobiernos locales, las 30 redes de ciudades regionales y las más de 200 plataformas que trabajan en diferentes ámbitos del desarrollo local.

Todos juntos estamos promoviendo vínculos de relacionamiento con organismos multilaterales (ONU, OEA, CEPAL, SEGIB, Parlatino, CELAC, SICA, etc.), el agrupamiento de nuestro movimiento dentro del organismo mundial de ciudades (CGLU), la vinculación de las redes regionales (UCCI, UIM, CIDEU, ICLEI, GcoM, etc.), y la gestión de agendas políticas con gobiernos nacionales y congresos.

Impulsar la descentralización y sentar las bases de un desarrollo sostenible con énfasis local no es, desde luego, una tarea fácil; por ello también trabajamos junto a líderes de la sociedad civil, instituciones académicas, entidades privadas, organismos internacionales y agencias de cooperación, buscando concertar esfuerzos para mejorar la calidad de vida de nuestra gente en cada ciudad, cantón, distrito, municipio, comunidad local o barrio.

Nadie hará por nosotros lo que a nosotros nos corresponde atender. Somos los latinoamericanos y nuestras organizaciones públicas, sociales o privadas las que debemos ser protagonistas de un mejor futuro.

Por ello FLACMA ha emprendido en Latinoamérica hace varios lustros actuaciones institucionales orientadas a acelerar la localización de los ODS, de la Nueva Agenda Urbana y de la Agenda 2023.

En alianza con entidades internacionales, académicas y de la sociedad civil, trabajamos concertadamente en los ámbitos de actuación de cada uno de ellos y en sucesivos procesos donde tienen sus propias fortalezas.

Después de 41 años de su fundación, FLACMA vive un momento de crecimiento y fortaleza, y tiene muy clara su misión principal de impulsar una agenda de desarrollo local orientada a mejorar la calidad de vida de los más de 650 millones de personas que habitamos las ciudades de la Región.

Por eso, impulsamos un plan amplio de iniciativas, proyectos, programas o eventos institucionales, en los que movilizamos nuestra estructura política, asociativa e institucional. Solo mencionaré tres de nuestros 49 proyectos institucionales: el Plan de Vinculación Internacional que busca fondos y asistencia técnica para iniciativas locales; la Estrategia de Aprendizaje entre Asociaciones y Ciudades y la creación del Instituto latinoamericano de Formación Municipal; o el Premio Latinoamericano al Buen Gobierno Municipal, que reconoce anualmente proyectos emblemáticos y replicables de las ciudades.

Para lograr la puesta en práctica de nuestro plan de acción tenemos un cuerpo directivo integrado en nuestro Buró Ejecutivo, hemos creado 15 redes de alcaldes, 5 consejos con aliados, 3 oficinas internacionales en las principales regiones del mundo, y 14 comisiones de trabajo institucionales temáticas.

Tenemos también una estructura territorial con representaciones en cada uno de los 33 países, 3 confederaciones subregionales (Centroamérica y el Caribe, Zona Andina, y Sudamérica), y una sede permanente en Ciudad de México.

Muchas de nuestras actuaciones en las últimas décadas han sido desarrolladas en estrecha colaboración con el CIDEU, organismo con el que nos une una larga e intensa historia de iniciativas realizadas en forma conjunta.

Tenemos una visión y un compromiso común, que es la modernización de las gestiones urbanas, y que seguramente tendrá larga vida.

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Ciudades CIDEU, Congreso CIDEU

Ciudades y entidades de CIDEU se comprometen en la acción frente al cambio climático

Del 5 al 7 de julio la ciudad de Mendoza acogió el XXV Congreso CIDEU, que contó con la participación de 120 representantes de 40 ciudades iberoamericanas, quienes reflexionaron e intercambiaron experiencias y aprendizajes en torno a los desafíos que conlleva la planificación y la acción climática en las ciudades. En la Asamblea General, las ciudades y entidades de la red suscribieron la Declaración de Mendoza 2023: La Planificación y Acción Climática en las Ciudades.

La Asamblea General de ciudades y entidades miembros del Centro Iberoamericano de Desarrollo Estratégico Urbano CIDEU, reunida el 7 de julio de 2023 en Mendoza, Argentina, en reconocimiento al liderazgo de esta ciudad en la acción para enfrentar la emergencia climática y con motivo del XXV Congreso de CIDEU para compartir experiencias, conocimiento y pensar conjuntamente sobre los desafíos que plantean la “planificación y acción climática”, promueve la siguiente declaración:

En los últimos 30 años CIDEU, la red de ciudades Iberoamericanas, se ha caracterizado por promover la planificación de las ciudades e impulsar acciones estratégicas para su transformación positiva, a partir del desarrollo de capacidades innovadoras, acción colaborativa y trabajo en red, propiciando diversas respuestas ante los desafíos urbanos locales y globales, relacionados con el espacio público, la vivienda, las políticas del cuidado, y en esta ocasión, sobre los desafíos que plantea el cambio climático.

Con esta declaración entendemos que:

Las actividades humanas han propiciado cambios muy significativos en la evolución y desarrollo del planeta, sus ecosistemas y todos los seres que lo habitan. No obstante, en los últimos 200 años estas acciones se han convertido en una amenaza para nuestra supervivencia como especie. La evidencia muestra que, en la producción de energía a partir de combustibles fósiles en la industria, el transporte y la edificación, se origina el 79% de las emisiones globales de gases efecto invernadero – GEI.

Estas actividades humanas y sus impactos alteran gradualmente la distribución de los patrones del clima, una crisis creciente y en algunos casos irreversible denominada Cambio Climático, que va más allá del calentamiento global, el agotamiento de la capa de ozono, la desertificación y la polución, con impactos en la economía, en la salud, la seguridad y producción de alimentos, entre otras. Esta crisis climática evidencia además las condiciones imperantes de desigualdad, inequidad y segregación espacial y social, que afectan más severamente a las comunidades pobres y vulnerables, e incluso a aquellas zonas que no son las causantes de los problemas.

Infortunadamente, la mayoría de países no ha cumplido los límites de seguridad climática del Acuerdo de París 2015 y los impactos adversos en los seres y en el planeta son alarmantes, al punto que en 2022, en su Sexto Informe de Evaluación, el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático – IPCC, advierte que el “Cambio climático es una amenaza para el bienestar humano y la salud del planeta, y la ‘ventana de oportunidad’ que la humanidad tiene para asegurarse un futuro habitable y sostenible para todos se cierra rápidamente”.

Esto es un claro llamado a la acción decidida e inmediata; y es desde las ciudades donde se ganará o se perderá este desafío. Los cambios climáticos más peligrosos pueden ser evitados si cambiamos nuestro sistema de consumo a partir del uso racional y eficiente de los recursos naturales con el uso de energías limpias y renovables, y haciendo ajustes en algunos de los sistemas humanos de producción hacia la circularidad y una ocupación del territorio más controlada, planificada y consciente; si aseguramos comunidades participativas, cohesionadas y saludables, es decir, si establecemos una adecuada gobernanza urbana y ambiental, a partir de un modelo de desarrollo más resiliente y sostenible.

Reconocemos la importancia de la acción local para abordar los desafíos globales y estamos convencidos de que se requiere la implementación de estrategias y soluciones innovadoras, así como el cumplimiento de las metas y propuestas de las diversas agendas globales.

Las ciudades y entidades miembros de CIDEU nos comprometemos a:

  1. Acelerar el cumplimiento de los compromisos y metas locales para combatir el cambio climático, según los objetivos planteados en el Acuerdo de París y las conclusiones de la reciente Conferencia de las Partes COP27.
  2. Agilizar en nuestros territorios urbanos y rurales la puesta en marcha de planes, programas y proyectos, así como sus marcos regulatorios, encaminados a controlar y reducir las emisiones de gases efecto invernadero y demás aspectos que originan la crisis climática; actuando con conciencia de futuro (equidad intergeneracional), justicia social (equidad intra-generacional) y responsabilidad global (equidad territorial).
  3. Implementar una gobernanza climática participativa, multisectorial, cocreada con los diversos grupos de actores, en la cual, tanto el sector público como el privado y el comunitario, se comprometan y actúen en la implementación de estrategias inclusivas, justas y equitativas para avanzar en la mitigación de riesgos, la adaptación, la resiliencia y el desarrollo sostenible.
  4. Promover el uso eficiente de energías limpias, renovables, la electrificación de los sistemas urbanos, la promoción de infraestructuras verdes, sistemas de drenaje sostenible, manejo respetuoso del ciclo del agua, agricultura urbana, así como la circularidad y producción cercana que reducen la huella de carbono y su impacto ambiental.
  5. Transformar los modelos de movilidad pasando de la primacía del vehículo privado a sistemas públicos de transporte eficientes y no contaminantes, apoyando transformaciones tecnológicas para el uso de energías limpias y promoviendo los modos no motorizados de desplazamiento como la bicicletas y el caminar, como complemento a políticas de promoción de zonas de bajas emisiones y acciones que favorezcan la consolidación de ciudades de proximidad, densas y compactas que impacten positivamente en la salud de la población y del planeta.
  6. Trabajar para que nuestras ciudades sean resilientes, estén preparadas para responder proactivamente ante los impactos del cambio climático y eviten procesos que agraven la crisis ambiental. Ciudades con comunidades fuertes y con alto compromiso cívico, social y ambiental; que sean a su vez más justas, equitativas y cuidadoras, teniendo a las personas en el centro de la política pública, favoreciendo el derecho a la ciudad, a la vivienda asequible y a entornos de calidad para las generaciones presente y futuras.
  7. Asunción de la responsabilidad de lo urbano respecto a lo rural, en tanto que forman parte de un mismo sistema y, teniendo en cuenta que el metabolismo de las ciudades depende de contar con unos entornos rurales cuidados que ofrezcan de manera conveniente agua, alimentos o energía. Igualmente, las ciudades no serán sostenibles si no se piensa en su impacto sobre el entorno rural.
  8. Introducir normas e incentivos tributarios y tarifarios para la Acción Climática, aumentar los espacios públicos verdes y el arbolado, así como las construcciones “verdes, con líneas de crédito para su construcción o adaptación. Buscar que las edificaciones tanto públicas como privadas sean eficientes y produzcan el mínimo impacto en el ambiente, tanto en los procesos de la fabricación de sus materiales, como en el trascurso de su construcción, uso y reciclaje.
  9. Plantear los cambios culturales necesarios para que esta situación amenazante mejore y no se repita. Trabajaremos para estar preparadas para actuar sobre las amenazas que nos plantea el Cambio Climático como la contaminación, olas de calor, lluvias torrenciales, aumento del nivel de las aguas y demás; porque sabemos que la sostenibilidad global se genera a partir de lo local. Nuestra acción en los territorios y las comunidades, concurrente con las acciones del Gobierno Central, será fundamental para el control del cambio climático, la viabilidad de los ecosistemas y la sostenibilidad de nuestros sistemas económicos y sociales. En este sentido, se fomentarán programas educativos que integren y promuevan el compromiso ambiental desde edades primarias, formulando planes educativos transversales del tema cambio climático en los programas académicos con las materias básicas. 
  10. Crear un banco de proyectos, acciones y experiencias de las ciudades miembro para potenciar el intercambio y la colaboración mediante recorridos exitosos y poder generar una guía que aporte a la planificación climática de nuestras ciudades.

ACCIÓN CLIMÁTICA: nuestra responsabilidad compartida para crear ciudades resilientes.

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Ciudades CIDEU

El desafío de superar la visión localista

Tengo la fuerte convicción de que los retos y las políticas se tienen que abordar desde la mirada metropolitana.

Estamos en un mundo metropolizado y por lo tanto tenemos que superar la visión localista. Para esto les propongo que pensemos tres aspectos fundamentales, ¿Para qué queremos tener gobernanza y planificación a escala metropolitana?, ¿cómo lo hacemos? y ¿con quiénes, y cómo deberíamos construir esta perspectiva metropolitana entre todos/as?

¿Para qué queremos tener la gobernanza y la planificación?
El “para qué” nos lleva a pensar en los retos actuales que hay en las ciudades y sus áreas metropolitanas. Nos referimos a temas que son globales como el cambio climático, la cohesión social o la gestión de la movilidad, porque en definitiva, la base de las áreas metropolitanas, son las personas. 

Aunque sea parte de contextos diferentes, a grados distintos hay un consenso bastante grande sobre para qué la gobernanza ya que los retos globales, la agenda urbana y los ODS son comunes a todas las aglomeraciones urbanas. 

Mencionamos algunos ejemplos. Uno de los criterios para medir y delimitar las áreas metropolitanas es la movilidad de sus habitantes. Así, un reto evidente son las políticas de movilidad, que requieren de una buena gobernanza metropolitana. En Barcelona, hay un sistema de transporte público eficiente, formado por múltiples consorcios, operadores y empresas. A pesar de tener un buen sistema de gobernanza existen retos ligados a la movilidad, como que hay demasiados traslados en vehículos privados motorizados, las emisiones etc. El cambio climático es otro ejemplo que abarca desde aspectos físicos como la subida del nivel del mar, la escasez de agua y recursos y sus impactos en la población (problemas respiratorios, etc).

La cohesión social es otro tema clave a nivel metropolitano: cómo tener áreas metropolitanas que no sean segregadas, cómo facilitar la convivencia de comunidades, cómo proteger a los sectores más vulnerables especialmente a las infancias. 

¿Cómo lo hacemos? ¿con qué fórmula hacemos la gobernanza?
Si partimos de la premisa que hay que atacar ciertos temas desde una perspectiva metropolitana, hay que descubrir con qué fórmula lo hacemos, ya que entran ciertos factores políticos, partidistas, históricos y estructurales que complican esta necesaria cooperación. 

Dentro del “cómo” tenemos dos extremos. En un extremo están los modelos más institucionalizados, es decir gobiernos metropolitanos aprobados por una ley del parlamento competente, que tengan competencias exclusivas y vinculantes sobre los temas más relevantes. Por ejemplo, que pueda hacer un plan de movilidad urbana y pueda ejecutarlo, que tenga competencias en urbanismo y pueda ordenar el territorio para que sea más sostenible y cohesionado, que tenga financiación, capacidad de tener autonomía fiscal, y que tenga elección directa de sus representantes que lo convierte en un verdadero ámbito de poder. Esto es muy complicado de conseguir y no existe en el mundo un ejemplo de gobierno metropolitano que cumpla todas estas características, ya que sería un gobierno que haría competencia y no sería efectivo.

Hay casos de gobiernos/entes metropolitanos como tal, principalmente en Europa que se han creado en los últimos 20 años (por ejemplo en Barcelona, Lyon, Hannover, Londres) pero cuando son analizados en detalle vemos que no cumplen todos los criterios: sus poderes son limitados, no tienen competencias exclusivas sino que son compartidas con los ayuntamientos, hacen recomendaciones pero no pueden imponer, y/o dependen de las transferencias que les haga el estado o la región. Este sería el modelo ideal, pero lo que en realidad tenemos son autoridades metropolitanas que son capaces de tener la visión global y común que puedan poner cierto orden. Sus responsabilidades se han centrado tradicionalmente en el territorio, en lo hard, en infraestructura, en movilidad, planes urbanísticos, residuos y agua, en detrimento de los temas sociales, aunque esta tendencia está cambiando.

El otro extremo está en buscar fórmulas más flexibles, que no son tan habituales, que vienen desde abajo, que nacen de manera voluntaria de los ayuntamientos o actores de la sociedad civil para crear consensos. El Plan Estratégico Metropolitano de Barcelona (PEMB) es el claro ejemplo, que intenta construir la mirada metropolitana sin tener una institución. La contra de este modelo, es que surgen proyectos muy interesantes, se identifican los temas y las personas u organizaciones que lo pueden hacer, pero para que suceda hay que buscar la financiación y mantener el pulso metropolitano. 

El modelo más frecuente es “el medio”, es decir, organizaciones que tienen una mirada metropolitana pero se ocupan de solo un tema. Por ejemplo, agencias metropolitanas de transporte, gestión del agua, o de residuos tienen mirada metropolitana pero en un tema, trabajan de manera aislada y no tiene la visión integral. Otra forma son las mancomunidades o consorcios para la prestación de un servicio: el reto es cómo coordinar el conjunto de empresas y consorcios para tener una visión común.

¿Quién participa en esta gobernanza metropolitana? ¿Cómo construir esta perspectiva metropolitana entre todos/as?
Al final se trata de creer en esta mirada. Para superar la visión localista es necesario crear conciencia interpelar a todo el mundo para que vean necesario intervenir, cooperar y pensar a escala metropolitana, y esto no es tarea fácil ni para la ciudadanía ni para la clase política donde está arraigada la visión municipalista de “sus electores”. Se trata de hacer pedagogía multinivel: la gente no es consciente de que buenas estructuras pueden ayudar a facilitar sus vidas y a tener mejores oportunidades. A lo mejor, cuando la ciudadanía lo demande va a haber reacción política.

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