Ciudades CIDEU

La transformación del sistema alimentario de Rosario como estrategia para combatir la malnutrición

La malnutrición es un problema estructural y en todas sus formas se identifica -incluso antes de la crisis generada por el COVID-19- como la principal causa de problemas de salud a nivel global. Según la 2da. Encuesta Nacional de Nutrición y Salud de 2019, en Argentina, la malnutrición afectaba al 23.2% de la población entre 0 y 5 años de edad y al 46,2% en el rango entre 5 y 17 años de edad. En Rosario, los datos reflejan una situación similar: la malnutrición afecta al 40.5% de la población entre 2 y 19 años en 2018, correspondiendo un 2.4% de los casos a bajo peso; un 22.5% a sobrepeso y un 15.6% obesidad, según un análisis desarrollado por la Secretaría de Salud Pública.

Definitivamente, para acabar con la malnutrición en todas sus formas, es necesario transformar los sistemas alimentarios, y el rol de las ciudades en este sentido es clave. La FAO reconoce a las ciudades como lugares y agentes estratégicos para abordar las complejas cuestiones socioeconómicas y ecológicas que limitan la seguridad alimentaria y la nutrición. Es más, en su Agenda Alimentaria Urbana señala que la seguridad alimentaria y la nutrición deben ocupar un lugar destacado en la planificación de las ciudades sostenibles.

Es por esto que la Municipalidad de Rosario, hace una revisión profunda del sistema alimentario de la ciudad para rediseñarlo y hacerlo saludable para las personas y sostenible para el planeta. El municipio ha puesto en marcha un programa con el objetivo general de mejorar la nutrición de la población rosarina, priorizando principalmente los sectores de mayor vulnerabilidad y promoviendo el acceso a alimentos de calidad. Los objetivos específicos del programa incluyen: (i) innovar en la política alimentaria local; (ii) desarrollar una red de abastecimiento que priorice la producción local y la recuperación de pérdidas y desperdicios; (iii) promover la efectiva incorporación de una dieta saludable; e (vi) implementar un modelo de gestión eficiente que asegure la sostenibilidad del sistema.

La apuesta por innovar en la política alimentaria local, apunta a generar un sistema alimentario sostenible mediante la adopción de acciones locales alineadas a las tendencias y buenas prácticas internacionales. El primer paso que da la ciudad en este sentido es la adhesión al Pacto de Política Alimentaria Urbana de Milán junto con el fomento de su participación en otras instancias regionales y globales de discusión y tratamiento de la malnutrición. Actualmente, Rosario es miembro del Comité Directivo del Pacto de Milán como representante de Sudamérica junto a Belo Horizonte, Brasil.

En segundo lugar, el programa prevé el desarrollo de una red de producción, distribución y comercialización para satisfacer la demanda social de alimentos, que incluye la conformación de un mapa de proveedores de insumos y alimentos saludables; la puesta en funcionamiento de distintos centros de producción de alimentos de alto valor nutricional; el fortalecimiento de propuestas de recuperación de frutas y verduras; y la implementación de un sistema de distribución de última milla, a través de espacios de comercialización (por ejemplo, mercados sociales, ferias, comercios de cercanía, plataformas e-commerce, entre otros). Dentro de esta línea de trabajo se están desarrollando políticas públicas como las vinculadas a la Agricultura Urbana (PAU) o el Cinturón Verde, que ponen en marcha la generación de emprendimientos sociales de producción y elaboración de alimentos mediante técnicas agroecológicas, protegiendo además el área periurbana de la ciudad. 

También se puede mencionar RecupeBar, una iniciativa que apunta a recuperar en los mercados centrales todas aquellas frutas y verduras que no sean consideradas aptas para la venta pero sí para ser consumidas. Las pérdidas y el desperdicio de alimentos son un obstáculo para la seguridad alimentaria y tienen, además, un gran impacto sobre la economía y el ambiente. Esta iniciativa ha logrado recuperar hasta el momento más de 400.000 kg. de frutas y verduras que han sido donadas a distintos comedores y organizaciones sociales de la ciudad. El Mercado del Patio, es otro ejemplo, un espacio para la promoción del desarrollo económico y cultural de la ciudad y la región, cuyo eje central es un mercado minorista de productos alimenticios de calidad.

Es fundamental para el éxito del programa promover la efectiva incorporación de una dieta sana, y promover la aceptación social de alimentos saludables a través de procesos de sensibilización territorial y actividades de comunicación. En este sentido, la ciudad está trabajando activamente en el desarrollo y dictado de distintos talleres de formación y capacitación, en la generación de espacios de sensibilización con visitas territoriales y en el diseño e implementación de la estrategia de comunicación que sea efectiva.

Y por último, teniendo en cuenta el nuevo escenario que plantea la pandemia del COVID 19 y, aprovechando la extensa experiencia de la ciudad de Rosario en materia de articulación público-privada, el municipio adopta como instrumento de gestión para llevar adelante el programa, una Alianza para la Innovación y Sustentabilidad del Sistema Alimentario Local. Esta alianza está concebida como un espacio de articulación institucional con capacidad para convocar y movilizar, desde el municipio, a socios estratégicos tales como universidades, organizaciones civiles, bancos de desarrollo, empresas privadas e instituciones representativas del entramado productivo, entendiendo que para hacer realidad un sistema alimentario urbano sostenible e inclusivo, se necesita del aporte de todos. Rosario forma parte, además, de la Microrred de Estrategias Urbanas de Economía Local que impulsa CIDEU, donde comparte experiencias similares con otras ciudades iberoamericanas.

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Ciudades, Formación

Arquitectura urbana y formación de arquitectos estrategas

El aprendizaje de la arquitectura en la actualidad, marca sustantivas diferencias del que se origina con la incidencia de Bauhaus, acogida por la mayoría de las escuelas e institutos de occidente. Latinoamérica no fue la excepción y así se estructuraron los planes de estudio, radicando su énfasis en una definición autonómica de la arquitectura, basada en ejercicios de composición comprendidos entre la escala objetual y la urbana.

El nivel de cumplimiento y calidad del diseño se define entonces por la manera en que el diseñador interpreta y cualifica las capacidades y posibilidades del entorno donde lo produce. Es decir, que en ningún caso el diseñador puede evadir la responsabilidad de ajustarse a ciertas condiciones que, para el caso de la arquitectura urbana, se revisten de una mayor complejidad por el inevitable involucramiento de variables de carácter social, cultural, ambiental, paisajístico, territorial, económico y político.

Por ello, aparte de las habilidades en lo funcional y lo compositivo, los estudiantes que afrontan el taller de Diseño Arquitectónico y Urbano del nivel 6 (DAU 6) de la Carrera de Arquitectura de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Artes de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (FADA-PUCE), aprenden a elaborar lecturas de esas variables a fin de concretar los cuatro objetivos fundamentales del taller:

  1. Proponer una estrategia urbana surgida entre alternativas que solvente, o al menos mitigue la problemática identificada en el diagnóstico;
  2. Ubicar y caracterizar la pieza urbana donde desarrollan los ejercicios de espacio público, que finalmente aglutinarán a los proyectos arquitectónicos;
  3. Formular el programa del proyecto arquitectónico a profundizar desde el repertorio de actividades urbanas derivadas de los enunciados en la estrategia urbana; y,
  4. Diseñar el proyecto arquitectónico haciendo énfasis en la relación imbricada con el espacio público colindante al que pertenece.

En las experiencias proyectuales de niveles anteriores, los estudiantes reciben la mayoría, y en los niveles básicos la totalidad, de condicionantes para el proyecto: ubicación, programa, capacidades y premisas de diseño. En el DAU VI, la dinámica gira en torno de una investigación previa que se desarrolla colectivamente dividida en cuatro ejes: economía (empleo, emprendimiento, oportunidades), sociedad (hábitos, relaciones, organización), territorio (ocupación, morfología, paisaje), y gestión (estado, gobierno, gobernanza); pudiendo, según el caso, variar el número de componentes por cada eje.

Para realizar la subsecuente mezcla de variables que conforman la estrategia urbana elaborada colectivamente, surge la necesidad de cotejar y amalgamar los resultados de la investigación, produciéndose un efecto de involucramiento consciente con los principios y premisas que sustentan la formulación estratégica, al tiempo de producir una flexibilidad y adaptabilidad de los estudiantes que, para entonces, han transitado en tres ejercicios en grupos distintos: diagnóstico por componente, discusión y argumentación del eje, y definición de la pieza urbana de intervención.

En consecuencia, la tendencia al trabajo autónomo se rompe con los consiguientes conflictos para alcanzar acuerdos entre estudiantes, animados por la presencia indistinta de los profesores de cada paralelo en las dinámicas colectivas, y de críticos de alto nivel internacional que han aportado significativamente a la pertinencia, coherencia y consistencia de la estrategia y demás productos del taller. Sin embargo, la experiencia de 15 años ininterrumpidos del taller, ha permitido afinar el método y sus procesos para alcanzar logros destacables en la formación de estudiantes de arquitectura, especialmente en tres aspectos relevantes: ampliación del perfil profesional hacia la estrategia, el urbanismo y el paisajismo; comprensión de la dinámica urbana como fuente de conflicto y complejidad; y respeto al pensamiento distinto, que a través de una gestión inteligente de intereses comunes, alcanza salidas negociadas que se demuestran en un ejercicio colectivo de planificación.

Entre las evidencias que permiten constatar la maduración del DAU VI, destaca la reciente experiencia de acompañamiento interuniversitario con la Maestría de Paisaje de la Escuela de Diseño Weitzman de la Universidad de Pennsylvania (MP-UPenn), en la que el DAU VI colaboró en condición de par local, en ocasión del convenio que esta escuela mantiene con la municipalidad metropolitana de Quito, para la realización de un taller en tres emplazamientos, fuertemente incididos por la informalidad urbana, tanto constructiva como económica: Chilibulo, La Bota y San Roque.

Se destaca en este artículo el trabajo desarrollado en el sector de San Roque, zona caracterizada por una gran conflictividad urbana, contigua al centro histórico, que presenta graves problemas de segregación social, degradación ambiental e informalidad. Allí se propuso una estrategia basada en la recuperación integral de la quebrada Jerusalén, la sutura de los márgenes escindidos por la infraestructura vial, y la dotación de infraestructuras y equipamientos públicos que restañarían los rezagos por inequidad social provocada por la atracción a este sector ejercida hacia los inmigrantes nacionales, como puerta de oportunidades precarizadas que maniobran grupos irregulares que suplen de facto la precaria presencia del Estado.

La matriz proyectual de la estrategia provino de la propuesta paisajística de escala metropolitana, que desarrolló MP-UPenn, a través de tres estudiantes de la maestría, poniendo en relieve las condiciones originales del entorno natural, violentado por acciones antrópicas del último siglo, a las que adhirió el DAU VI a través de la implantación de 14 proyectos arquitectónicos con sus respectivos espacios públicos, representativos de las 4 piezas urbanas que ejercen la mayor influencia estratégica en la propuesta general.

Por tanto, realizar talleres de estrategia urbana como método complejo de aprendizaje, ha resultado altamente congruente para que los estudiantes cuestionen la habitual autonomía de la arquitectura, involucrando otras variables y disciplinas que inducen a interpretar enteramente la compleja realidad urbana, y en consecuencia, a comprometerse elaborando proyectos pertinentes, coherentes y consistentes, que se justifican desde la integralidad con la que fueron estudiados, formulados y concebidos.

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Ciudades, Innovación

La ciudad como conversación

Dice Paolo Virno en Gramática de la multitud que lo que caracteriza a las sociedades posfordistas es que lenguaje y trabajo se han fundido. Antes las fábricas eran mudas, meras coreografías mecánicas, pero ahora que todo se puede traducir en conocimiento y datos, el lenguaje se ha convertido en terreno de conflicto y, a la vez, en lo que está en juego. Si todo es conversación, como reza también el Manifiesto Cluetrain, la ciudad es su escala de interoperabilidad predilecta, el espacio para el diálogo y la deliberación por antonomasia.

Las ciudades se reivindican desde hace años como grandes repositorios de talento dispuestas a conectarse a las constelaciones de oportunidades globales, al mismo tiempo que procuran diseñarse a sí mismas como ecosistemas autosuficientes orientados a la sostenibilidad de la vida y la gestión de la complejidad. Conciliar ambas pulsiones es el dilema central de los debates contemporáneos sobre lo urbano.  

La Planificación Estratégica Urbana es una herramienta al servicio de este propósito. El problema es que el futuro es cada vez menos previsible y menos lineal. Las masas se han convertido en multitudes y los grandes relatos se han diluido en un caleidoscopio de diferencias e identidades que enriquecen la conversación, pero dificultan el consenso. La finitud de los recursos está desorientando la flecha del progreso. Algunos significados cardinales están mutando, más ya no tiene porqué significar mejor. La digitalización ha desbordado el monopolio del tiempo y el espacio que ejercía la ciudad, deslocalizando el poder lejos de los gritos de los indignados, que miran ahora hacia unos gobiernos cada vez más impotentes. Y todos estos cambios suceden sin que se hayan solucionado ninguno de los grandes desafíos que arrastramos de las décadas anteriores, entre los que sobresale el déficit estructural de igualdad de oportunidades que alimenta, a su vez, los demás problemas y se enreda con ellos hasta convertirlo todo en una maraña impenetrable.

En este contexto, parece razonable buscar atajos a la complejidad, obviar las incertidumbres, sistematizar las herramientas, estandarizar los procesos y simplificar las respuestas. Buscar entre el catálogo de metodologías y buenas prácticas, analizar lo que funcionó bien allá y traerlo acá. El problema es que estas tácticas de transposición de recetas y proyectos muchas veces no funciona, y cuando lo hace, muchas veces no sabemos exactamente porqué. Resulta que una metodología exitosa en la ciudad vecina no nos sirve en la nuestra o un programa innovador de un departamento no termina de adaptarse a otro. Y no pocas veces sucede que replicamos un proyecto que parece funcionar bien al principio, pero, pasado un poco de tiempo acaba languideciendo.

Desde esta experiencia, que resultará muy común a la mayoría de estrategas urbanos, convocados por la XXVII Cumbre de Jefes de Estado (SEGIB), preparamos el informe Instituciones que Aprenden, un trabajo que reivindica una actitud más humilde de las organizaciones ante la enormidad de los retos civilizatorios, y las invita a reconocer primero, y a acelerar después, un proceso de transformación sistémica partiendo de la premisa de que ningún problema complejo se aborda con soluciones simples.

Mientras las organizaciones tradicionales, jerárquicas, cerradas, burocratizadas y compartimentalizadas, se muestran cada vez más ajenas e incapaces ante a unos retos transversales y poliédricos; se hacen más precisas una nueva generación de instituciones más abiertas, flexibles, empáticas y democráticas. Pensar sistémicamente significa además insertar las organizaciones en el flujo de conversaciones, tanto a nivel local como global, para posicionarlas como un agregadoras de voluntades y catalizadoras de energías, lo que nos aproxima a la noción de los ecosistemas de innovación.

Concebir las principales instituciones públicas y sociales de la ciudad como redes de deseos, afectos y complicidades, como potenciales hubs de innovación y creatividad urbana –los famosos ecosistemas de innovación-, nos conduce a preguntarnos cuáles son las dinámicas que caracterizan estos entornos y qué pistas podemos seguir para diseñar las cartas astrales con las que navegarlos. Tras un análisis de los ecosistemas más prestigiosos del mundo, el estudio de la ciencia de redes como gramática transdisciplinar, la búsqueda de un marco ético en la cultura hacker y la puesta en marcha de un proyecto como prueba de carga (Frena la Curva), hemos sintetizado el proceso de conformación de estos ecosistemas en seis vectores (Open, Trans, Fast, Proto, Co y Tec). Es lo que llamamos Hexágono de la Innovación Pública (HIP)

Tenemos la intuición de que los seis vectores del HIP pueden ayudarnos a transformar la caja negra en la que se ha convertido la ciudad en un lugar con más luz, canalizando el conflicto hacia la producción de valor social, transformando el caos en creatividad, la desorientación cosmopolita en comunidades de sentidos comunes y la cacofonía de intereses en deliberación virtuosa.

Si quieres saber más sobre el modelo HIP como vector de innovación puedes ver la conversación que tuvimos en CIDEU “Transformar las ciudades por medio de la innovación pública” Aquí.

https://raulolivan.com/acerca-de/
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Sistema Distrital de Cuidado de Bogotá: La estrategia urbana al servicio de los derechos de las personas

En Bogotá, 9 de cada 10 mujeres dedican cinco horas y treinta minutos en promedio al día a realizar trabajos de cuidado sin remuneración, según la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo ENUT (2017), trabajos sin los que ninguna sociedad puede salir adelante y que, de ser remunerados, equivaldrían al 13% del PIB de la ciudad.

Los trabajos de cuidado son aquellos que implican “cuidar”, tales como apoyar personas en el hogar, cuidar adultos mayores o niños/as, mantener y administrar el hogar, o suministrar alimentos. Una persona cuidadora es una persona que se dedica principalmente a los trabajos domésticos y de cuidado no pagados.

Por esto en 2020 la Alcaldía de Bogotá creó el Sistema Distrital de Cuidado, (SIDICU) un programa que busca cerrar las brechas de género, lograr una distribución equitativa de los trabajos de cuidado y poner en el centro de la agenda a las cuidadoras.

El SIDICU tiene tres objetivos principales, reducir el tiempo de trabajo de cuidado no remunerado de las mujeres, reconocerlo y redistribuirlo entre hombres y mujeres. Esto se logra a través de la articulación de servicios nuevos y existentes para atender las demandas de cuidado, bajo un modelo de atención en dupla: mientras las cuidadoras son atendidas, las personas que ellas cuidan reciben cuidados.

Los servicios para las cuidadoras van desde formación complementaria y certificación de saberes para validar su experiencia en los trabajos de cuidado, hasta respiro y descanso con actividades como yoga, aeróbicos y clases de zumba. A esto se suma atención psicológica y jurídica. Además, los servicios para las personas que requieren cuidados, brindados por el Distrito, están orientados a la promoción de su autonomía a través de actividades lúdicas y pedagógicas para niñas y niños, personas adultas mayores y personas con discapacidad.

Todo el trabajo para poner en marcha el sistema se acompaña de la Estrategia Pedagógica y de Cambio Cultural, una apuesta que se consolidó en el 2020 cuyo objetivo es transformar los imaginarios que tiene la sociedad sobre los trabajos de cuidado y modificar los estereotipos, realizando talleres y campañas masivas de transformación cultural.

El primer paso para lograrlo fue una investigación que realizó el equipo del Sistema Distrital de Cuidado. El propósito fue encontrar las percepciones ciudadanas sobre los roles de género y la división sexual del trabajo, para crear una estrategia que reconstruya la noción que tenemos sobre el trabajo de cuidado y se logre entender que se puede aprender a cuidar porque el cuidado no es exclusivo de las mujeres.

Gracias a esta investigación, se construyeron acciones encaminadas a la transformación cultural de Bogotá, entre las que se destacan los talleres ‘A Cuidar se Aprende’ y ‘Reconstruyendo el Cuidado’, y la Red de Alianzas del Cuidado.

Una realidad en las localidades urbanas y en la Bogotá rural

Pensar la planeación urbana para las mujeres también es una apuesta del sistema, por eso se crearon las Manzanas del Cuidado, el primer modelo en América Latina que integra urbanismo táctico, cuidado y enfoque de género.

Una manzana es un área de la ciudad, de no más de 800 metros, en donde se concentran servicios de cuidado como colegios, jardines infantiles, ludotecas, hospitales, parques deportivos y recreativos y centros culturales, entre otros, en torno a una entidad ancla, por ejemplo, un Centro de Desarrollo Comunitario.

Su objetivo es que las cuidadoras y las personas que requieren cuidado tengan servicios en un radio caminable de no más de 20 minutos, apostándole además a una planeación urbana futurista y centrada en las mujeres.

Durante el 2020 se inauguraron dos manzanas. La primera en Ciudad Bolívar, una localidad en donde hay 99.000 cuidadoras, y en la que, uno de cada dos hogares tiene personas que requieren cuidados. La segunda fue en Bosa, en donde hay 100.832 cuidadoras. En el primer trimestre del 2021, se inauguró la tercera, en San Cristóbal.

El Sistema, además, puso en marcha dos Unidades Móviles de Cuidado, vehículos equipados con servicios como educación flexible para terminar la primaria y el bachillerato, actividades de respiro y relajación, atención psicológica y jurídica entre otros, para llegar a zonas urbanas y rurales de difícil acceso en donde no existe infraestructura para la articulación de servicios. Así se logró beneficiar a las cuidadoras de Sumapaz, Usme, Ciudad Bolívar, Engativá, Suba y Rafael Uribe Uribe, con una modalidad itinerante que lleva servicios dos veces a la semana a zonas específicas de estas localidades. La puesta en marcha de estas unidades se logró gracias a una donación de $USD 850.000 dólares hecha por Open Society Foundations.

El Sistema Distrital de Cuidado comenzó en el 2019 con la firma de un pacto entre el Movimiento de Mujeres de Bogotá y Claudia López, entonces candidata a la alcaldía. Luego, en el 2020 y en alianza con ONU Mujeres, se construyeron las Bases Técnicas del Sistema, una hoja de ruta que contiene el diagnóstico del trabajo de cuidado no remunerado en Bogotá, la visión, los objetivos, los componentes y el impacto del sistema. A esto se sumó la asignación presupuestal más grande que se ha hecho en Bogotá para la Secretaría de la Mujer, con el objetivo de ser la entidad rectora del sistema y fortalecer servicios para la garantía de derechos de las mujeres.

Además, en el 2020, se creó la Comisión Intersectorial del Sistema Distrital de Cuidado, instancia de articulación de 13 entidades del Distrito, el Gobierno Nacional, la academia, diferentes instancias de participación y organizaciones de la sociedad civil para trabajar en conjunto por las cuidadoras de Bogotá.

*Un artículo sobre este proyecto también ha sido publicado en la Revista CIUDAD SOSTENIBLE No. 42, en el siguiente enlace.

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Desafíos estratégicos de las ciudades latinoamericanas frente al fenómeno de la metropolización

El rápido crecimiento demográfico y la acelerada urbanización de América Latina ha conllevado a la necesidad de repensar la manera en que se dan las interacciones municipales, así como las dinámicas socioeconómicas, ambientales y político-institucionales en los territorios.

Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la región latinoamericana es la más urbanizada del mundo. De 100 personas, 80 residen en el área urbana, motivadas por la búsqueda de empleo, generación de mayores ingresos, vivienda, educación, refugio de la violencia u otros.

El alto crecimiento de la urbanización ha implicado relacionamientos y conurbaciones por limitantes topográficas e hidrológicas entre municipios, que en muchos casos se han ido institucionalizado como áreas metropolitanas.

El fenómeno de la metropolización es visto como una oportunidad de desarrollo, pero también como una fuente de nuevos desafíos según Eduardo Rojas y otros, en su libro “Gobernar las metrópolis”.  Considerando las diferentes dimensiones del desarrollo territorial, se resumen algunos de los desafíos estratégicos de las ciudades latinoamericanas frente al fenómeno de la metropolización:

1. Desafíos vinculados al desarrollo sociocultural

En las ciudades latinoamericanas cada vez más se incrementan problemáticas de tipo social por necesidades insatisfechas en materia de educación, salud, seguridad y provisión de servicios básicos. Estos pueden verse traducidos en un alza a la incidencia de comportamientos antisociales, cometimiento de delitos y actividades criminales, la desintegración social, así como desigualdad en el acceso a beneficios del desarrollo urbano.

Un tema social al que se debe prestar especial importancia es lo referente a la migración, no solo desde el campo hacia la ciudad, sino también entre países, en busca de mejores oportunidades de vida o huyendo de la violencia social (por ejemplo, desplazamiento forzado por pandillas o “caravanas de migrantes” desde Centroamérica hacia Estados Unidos).

2. Desafíos vinculados al desarrollo económico

Un desafío importante es la reducción de desigualdades entre aquellos municipios que poseen más y menos recursos para financiar políticas de desarrollo. Resolver esta situación es crucial pues la desigualdad económica y estructural en la que se encuentran las ciudades latinoamericanas genera injusticias y desequilibrios en la calidad de vida urbana.

Asimismo, se deben atender problemáticas vinculadas con la productividad y regularización de actividades informales con una lógica metropolitana. En esta región, las actividades económicas informales son usualmente ejercidas por mujeres de diferentes edades que, por bajos niveles educativos, necesidad de cuidar a niños, niñas, personas adultas mayores o con discapacidades, no tienen acceso a empleos formales y se autoemplean o subemplean en condiciones precarias.

Relevante es disminuir la creciente dispersión de empleos en el área urbana de cara a vincular de mejor manera a emprendedores, micro, pequeñas y medianas empresas con los mercados, plataformas logísticas de transporte, exportación y también considerar la disrupción digital como un hecho que no requiere que las empresas estén localizadas en las áreas centrales de las ciudades.

Otro desafío sustancial es la relación urbano- rural y la posibilidad de polos de desarrollo fuera de las áreas metropolitanas, para así equilibrar la alta concentración de actividad económica, social y político-institucional con una lógica de complementariedad con la ruralidad.

3. Desafíos vinculados al desarrollo ambiental

En clave de pensamiento y planificación estratégica, es importante considerar la importancia de la promoción de la sostenibilidad ambiental en las ciudades latinoamericanas. Esto, porque la urbanización ha generado una serie de presiones en los recursos naturales, como el suelo, agua y aire, que indiscriminadamente han sido sobre explotados, degradados o contaminados. Por ejemplo, la contaminación de ríos y quebradas, la contaminación del aire por alto tráfico, entre otros.

La exploración y puesta en marcha de acciones a nivel metropolitano que impulsen el uso de energías alternativas, nuevas tecnologías, que promuevan la producción de manera responsable, el cambio en los patrones de consumo, la gestión del riesgo, desarrollo de la capacidad de resiliencia y mitigación del cambio climático, serán claves para la sostenibilidad de las ciudades.

4. Desafíos vinculados al desarrollo político e institucional

Más allá de la institucionalización de las áreas metropolitanas, el principal desafío radica en el establecimiento de la gobernanza y gobernabilidad en ella, considerando la tensión entre los distintos niveles de gobierno y las implicancias en términos de poder que significa ceder autonomía. En las ciudades latinoamericanas, son el gobierno central y los gobiernos locales los responsables de permitir/consolidar la región y gobiernos metropolitanos.

Otro desafío importante es la captación y administración de recursos a nivel metropolitano para lograr atender necesidades sociales, promover el desarrollo económico, y todo ello de manera transparente, para no derrochar recursos y articular de manera más eficiente entre los diferentes actores presentes en los territorios.

Contar con esta armonización de marcos normativos y jurídicos de ordenamiento y desarrollo territorial entre los diferentes niveles de gobierno permitirá fluir de mejor manera los procesos que se impulsen de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba.

De igual relevancia es el reto de propiciar el apropiamiento de la identidad metropolitana, motivar la participación de la ciudadanía e impulsar procesos de inteligencia colectiva y comunicación en las ciudades.

¿Por dónde empezar?

Si bien son muchos y variados los desafíos estratégicos que las ciudades latinoamericanas frente al fenómeno de la metropolización, es importante comenzar por ir abordando lo que es posible desde las competencias, responsabilidades y recursos con las que actualmente cuentan. En la actualidad, las nuevas tecnologías y conectividad a internet han abierto la posibilidad de aprender unas ciudades de otras, compartir metodologías, conocimientos y experiencias.

Aquellas ciudades que están en proceso de metropolización deben contar con información actualizada y precisa sobre las problemáticas socioculturales, económicas, ambientales y político-institucionales. Asimismo, deben conocer los actores y acciones que ya se están implementando en los territorios, cartografiar los problemas y planificar de manera participativa con la ciudadanía los escenarios posibles, así como las rutas críticas para lograr consensos, priorizaciones, gestionar los recursos, co crear soluciones y así ir avanzando en la solución de dichos problemas. Por esto, es fundamental considerar el pensamiento y planificación estratégica como herramientas claves para el diseño, implementación y evaluación de la estrategia urbana.

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